martes, 25 de diciembre de 2012

DINERO, SEXO Y PODER

No hay sistemas políticos; hay sistemas de control. No hay modelos económicos; hay modelos impositivos.
La ostentación es la forma con la que el miedo se pronuncia. La violencia es la forma con la que el pánico tartamudea.
El sexo es un sombrero, un traje, unos zapatos… Una prenda muerta, arrojada, deshabitada. El amor está desnudo. Pleno. Cuando se pone una prenda, la llena de vida.
El sexo merodea, seduce y controla. Es el modelo impositivo de unas glándulas sobre otras. Ostenta y termina tartamudeando.
El amor fluye cuando menos lo pretende. Es un irse hacia lo desconocido. Un éxtasis compartido.
Nuestros gobernantes intentan seducir, controlar e imponer sus glándulas democráticas sobre el ser de cada ciudadano. Nuestros banqueros intentan violar nuestra naturaleza con el dilatador apéndice del dinero.
Pero envejecen muy rápido.
De lo más íntimo de cada ser humano va surgiendo la desnudez que nada compra o necesita. La plenitud que nada teme. El éxtasis compartido. La sencilla vida de quienes fluyen hacia lo desconocido.


Ricardo García Nieto

jueves, 1 de noviembre de 2012

EL DÍA DE TODOS LOS NÁUFRAGOS


Somos como buzos. La pesada escafandra de nuestros cuerpos nos hace ir muy lentos. Nuestros muertos ya van a la velocidad de la luz. Son la misma luz.
En nuestra ignorancia, creemos que nuestros plomos, los que nos llevan al fondo del océano, son un privilegio. Torpemente, nos giramos a uno y otro lado para ver unas rocas, unos racimos de algas o unos peces que nos miran con curiosidad. Y caminamos sobre los restos de cualquier naufragio como si nos pertenecieran. La respiración se agita. Recogemos unas copas de bronce, algunas monedas de oro, un oxidado reloj que se paró en la desgracia ajena… Se nos olvida que algún día volveremos a la superficie.
Los cementerios son como pequeños mares. Cada lápida es una balsa; cada panteón, un robusto navío. La corriente oceánica los lleva a todos al mismo sitio.
Aprendo de mis mayores. Sólo intento atar cabos en la claridad. Muchos se sueltan. Alguien me recuerda cómo se hace debidamente un nudo. Me queda mucho que aprender. Hay que ser muy náufrago para navegar a la velocidad de la luz.


Ricardo García Nieto

lunes, 29 de octubre de 2012

AVERGONZARSE ES UN VERBO REFLEXIVO


Avergonzarse es un verbo reflexivo. Un verbo con la mira telescópica hacia adentro. Tú te avergüenzas y tú eres el destinatario de tu propio disparo. Y aprietas el gatillo. Y percibes el lento suicidio de la culpa, que es el origen de casi todas las enfermedades. Te avergüenzas y es como si dijeras en tu interior: muérete un poco hoy. Muérete de vergüenza. Nos pasamos la vida matándonos a nosotros mismos por nimiedades que no merecen sanción alguna: no debería haber dicho esto, hecho aquello, pensado lo de más allá. Mientras miles de políticos o banqueros se comportan como psicópatas, llevándose por delante demasiadas propiedades y vidas que nunca les pertenecieron. A ellos no los verás sonrojados, cabizbajos o con la mirada perdida en el suelo. No padecerán esa afección psíquica con la que tanto has sufrido.
Avergonzarse… Menudo fusil en manos de quienes menos lo merecen.
En la vida pública podemos oír “lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Raramente escucharemos “me avergüenzo de mi comportamiento”. La razón es bien sencilla: el personaje público, pillado in fraganti, reconocerá que sus actos le han llevado a la impopularidad. Sentirá mucho esa antipatía, sabrá que se ha equivocado al realizar acciones que le producen ese descrédito, y no volverá a cometer el error de jugarse el cargo repitiéndolas. Punto. No se flagelará a sí mismo por sus hechos inmorales. Hasta ahí podíamos llegar.
En cambio, los ciudadanos más decentes, adiestrados como perros desde la infancia, seguirán hasta el final de sus vidas avergonzándose de lo propio y de lo ajeno.
Hoy sigo avergonzándome de muchas faltas que, por desconocimiento, cometí en el pasado. Faltas por omisión. Amor que no dí. Las arrastraré hasta el final de mis días. Pero cien veces más me avergüenzo cada día de los comportamientos que observo en los personajes públicos.
Avergonzarse es un verbo con la mira telescópica hacia adentro. Ya va siendo hora de que la pongamos del revés.

Ricardo García Nieto

sábado, 27 de octubre de 2012

EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN

En tu niñez, no había separación entre tu ser y la naturaleza. Te trascendías en tus juegos. No había dualidad entre sujeto y objeto. Cuando acariciabas tu gato, eras tu gato. Cuando tomabas un limón o un juguete, eras ese limón o ese juguete. Eras tu imaginación creadora. La totalidad.
Después te dijeron que no, que de ninguna manera, que tenías que identificarte con tu cuerpo. Tu cintura, tu peso, tus orejas, tu nariz… Y sentiste que eras mejor o peor por el yugo de unas formas condenadas a cambiar. Más tarde, te contaron que había que madurar, que tenías que ser competitivo e identificarte con tus logros, tus éxitos, tu curriculum… Te llevaron a ese punto en el que el ser humano se vuelve depredador y quiere triunfar a costa de lo que sea y de quien sea.
El sistema engorda con las energías que sus adeptos malgastan a cambio de un coche, una casa, una cuenta corriente, un viaje a no se dónde… Esta es la época de la gran crisis personal.

El ser humano cae por primera vez en la cuenta de que la vida se le escapa, que le quedan unos años. ¿Cuántos? ¿Quince, veinte, treinta? Como no puede saberlo, se sube a una montaña y ve el valle con su rebaño, su pastor y sus perros.
Aquí es donde comienza la nueva etapa de su vida. El ser humano aprende a ponerse en los zapatos del otro. Y se identifica no con los mejores, aquellos a los que el sistema ponía como ejemplo a seguir, sino con los fracasados. Su corazón crece y golpea con sus latidos a las puertas del alma. En ese momento descubre quién es. Desmonta cuanto le habían hecho creer por educación y ve más allá de las narices de la usura, la extorsión y el miedo.
Es el momento de la gran reconstrucción personal. Lo que Carl Gustav Jung llamó “proceso de individuación”. Es el momento en el que cada uno se eleva más allá de los engaños, espejismos o apariencias que se empeñan en parecer el único horizonte posible. Y el alma nos revela su secreto.
Acabo de describir un tortuoso camino que suele coincidir con las distintas etapas de la vida. Muchos ni siquiera han pasado de la identificación con su cuerpo o sus logros. Pero otros ya estaban en la última etapa desde la adolescencia. O incluso antes.
Nunca será tarde, pero siempre imprescindible.


Ricardo García Nieto


A CUALQUIER DESAHUCIADO


Aún tienes la fuerza
de los que nada tienen que perder.
Eres el más temido de los hombres
porque el miedo se fue con la abundancia.
El alma sigue en pie.
Y la imaginación aún cabalga.
Que les duela el haberte perseguido
como al desierto el sol cada mañana.
La vida es algo más.
Sé tu pastor, tu médico, tu espada.


Ricardo García Nieto

REGRESO A CASA


Regreso a casa. Allí recordaré lo que me trajo a este mundo. Paseo junto al río, pero intuyo que es él quien pasea junto a mí. Paseo junto a la vida que dejé atrás. Pero es mi vida la que se pasea por mí.
¿Llevé a cabo mi propósito en ella?
Mi alma quiso guiarme. Pronto sabré si le presté la debida atención.
Sobre el agua hay un tren de reflejos: las personas a las que amé y a las que no. Sé que todas van conmigo.


Ricardo García Nieto



miércoles, 24 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (3ª y última parte).


Al ser humano, convertido en mascota o res que ha de ser llevada al matadero, no le queda otra opción que salirse del mapa y buscar su territorio inexplorado.
Agotado por la política, que lo embauca, por las administraciones, que lo controlan, o por los medios de comunicación, que lo narcotizan, el ser humano sólo puede aspirar a ser su propio guía, su propio maestro, su propio santo.
Somos coaccionados hasta el automatismo.
Es curioso ver a quienes se indignan por la coacción del Estado para coaccionar con el poder de su partido o sindicato. Ver a quienes se indignan por la coacción de los mercados para coaccionar a sus subalternos o empleados. Ver a quienes se indignan por la coacción de las armas para coaccionar a su familia en la vida privada.
Vivimos para el pánico. Y el pánico nos da la contraprestación de un salario.
Jamás el ser humano ha sido tan esclavo física, moral, espiritual y psicológicamente. La enfermedad arrecia tras las ventanas de nuestras almas.
Si queremos curarnos, habremos de perdonarnos: no por lo que hicimos, ni siquiera por lo que nos hicieron creer que hicimos. Sino por haber matado nuestra inocencia.
Si queremos recuperar nuestro poder, habremos de aprender a sonreír ante cualquier amenaza.
La persona singular escasea. Cuando la encuentro sé que me hallo ante una especie en vías de extinción.
A los plurales les gusta disfrazarse.
Al piojo le gusta la máscara del tigre. Se la coloca y coacciona. A la oruga que se niega a ser mariposa le fascina el disfraz de serpiente. Se lo pone y coacciona. Don “te voy a meter un paquete que te vas a enterar” se arrastra lo mismo que el gusano sobre el vómito de su propio miedo.
El ser humano que aspira a ser su propio juez hará de su territorio un bosque impenetrable, el sagrado lugar de su “sí mismo”.
Emboscado, inmune a la coacción, sano de todo miedo, vivirá en libertad por primera vez en su vida. Al otro lado de su mirada, los muertos seguirán enterrando a los muertos hasta el Final de los Tiempos.
Con este breve texto concluyo mi personal homenaje a ERNST JÜNGER.


Ricardo García Nieto

martes, 23 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (2ª parte).


La libertad, en la boca del lobo de la necesidad, no existe. Si el sistema depredador es el que te deja un margen para elegir (la bolsa o la vida, tus derechos o la vida, tu dignidad o la vida) sería más que heroico optar por el no ser. Un heroico error.
Los emboscados lo saben. Por eso no ponen la bolsa, los derechos y la dignidad al alcance de nadie. Por eso intentan permanecer fuera del sistema en la medida de lo posible. La bestia somete, pero no es el abominable enemigo que creemos. La verdadera abominación son los francotiradores convencidos de la legitimidad del monstruo. Los emboscados intuyen que el disparo se puede producir desde el más inesperado lugar. Desde la tierna sonrisa. Desde el abrazo cordial. Desde el beso aparentemente sincero. Los sicarios de la bestia lo son aún más de su propio miedo.
Los vemos cada día. Fanáticos acomplejados, miedosos de lanza en ristre, iluminados que ambicionan ser la espada y la pared.
Cuando todo les falla, echan mano de la calumnia lo mismo que el leñador de un hacha. La imagen del emboscado cae. Pero no le importa. En la naturaleza de los seres humanos, la caída de la imagen es semejante al desprendimiento de un pétalo o al rodar de una piedra por la montaña. Y esto sólo puede satisfacer la insania de quienes se creen mejores por ello.
Los emboscados saben que habrán de morir algún día. Es su ventaja. Por eso no temen lo que haya de venir. Por eso no les quita el sueño cuantas argucias ideen los adeptos al monstruo.
El emboscado eligió al margen de las bagatelas del sistema, de las voluntades torturadas por el sistema, de las víctimas que se creen ser el sistema mismo.
Antes de echar a andar, el emboscado ya ha puesto un pie en el más allá.
Está más lejos de lo que mirada alguna pueda alcanzar.


Ricardo García Nieto



lunes, 22 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (1ª parte).


Es muy fácil perder la credibilidad en el mundo real. Si no haces tuyo el yugo de la neurosis colectiva o el soniquete perpetuo de los complejos de inferioridad, si no te nutres del miedo que alimenta a la masa, si no te adentras en la boca de ese lobo al que se ha convenido en llamar sistema, si eres distinto y consecuente con tu singularidad, serás la abominación de la que todos huyen y a la que todos arrojan la lanza del descrédito.
Cuando se ha llegado a este punto, el viaje se torna solitario. Te conviertes en un paria con el potencial del más idóneo chivo expiatorio.
Nadie, ni tus más íntimos, te cubrirán la espalda.
Esta es la emboscadura más hermosa y terrible del ser humano.
Ante ella se puede huir o se puede resistir.
Huir significaría tomar un atajo hacia el no ser. Puede manifestarse de varias maneras: una afición, una adicción (la que sea), un “se acabó” con tintes trágicos.
Resistir significaría permanecer. Meditar junto a tu propia sombra. Y seguir sin esperanza, pero con el convencimiento de que sólo se esfuerza el que se niega al esfuerzo por parecerse al rebaño.
Quienes lo saben han superado el más duro trecho del viaje. Y habrán aprendido a afrontar, serenos, el último tránsito.
Lo demás es mentira.


Ricardo García Nieto

LA ENCERRONA

La encerrona es una trampa preparada por débiles para torcer la voluntad de alguien. Pero cuando la víctima no tiene nada que perder, se quedan enjaulados en su propia estupidez.
El otro día disfruté ante semejante espectáculo. Los que hicieron la encerrona le metieron miedo a un ser humano que no lo tenía. Terminaron temblando como si pasaran frío. Se habían quedado desnudos.


Ricardo García Nieto

martes, 9 de octubre de 2012

TRES TIPOS


Sólo conozco a tres tipos de personas: los neuróticos obsesionados con ser normales y los psicóticos convencidos de serlo.
Los del tercer tipo, los que ni aspiran a ser normales ni se lo creen, suelen ser tachados de locos. En ellos siempre he visto una lucidez deslumbradora.


Ricardo García Nieto

viernes, 21 de septiembre de 2012

LA MIRADA DE QUIENES FUIMOS


La sonrisa no se atreve. La mirada sí. Es como una hoz contra la penumbra. Siega la tiniebla. Dice de sí y de quien la pintó. Todos miramos desde la serenidad o la agonía. Desde la ansiedad o la inmutabilidad de la experiencia, que, tarde o temprano, nos hará sentir fugitivos. Apenas unos rescoldos en la claridad de los días.
La sonrisa no se atreve, la mirada lo da todo. Arranca de lo más hondo el brillo de nuestra naturaleza. ¿Alguien podría disfrazarla?
Hoy me ha llegado una pintura, una obra de Basi Mateo. Hoy me ha llegado la mirada que algún día tendré. Cuando sepa quién soy. Es como un faro, una baliza, una lumbre en el ancho mar tenebroso del caos. Una luz que me dice: recuerda, Ricardo, que algún día sabrás tanto como la poseedora de esa mirada.
Firme la frente, los pómulos amplios, nunca angulosos, el cabello como límite de la realidad, la mentirosa realidad… Y el breve mentón. Catapultas del rostro para el chorro segador de la mirada.
Pasamos por el mundo con el corazón perdido, con el alma ensordecida, con la mirada ciega… El artista tiene la virtud de recordarnos nuestro extravío. Nos lo puede decir con palabras, gestos, giros de bailarín, notas musicales… O nos puede poner delante el retrato arquetípico de quien posee la luz, la imagen de quienes fuimos alguna vez, la mirada que teníamos antes de poner los pies en este mundo.
El artista conoce ese estado del alma, lo sabe sin saber, señala para que veamos, para que seamos, para que recordemos cuántos gramos de eternidad regalamos con cada parpadeo.
Miro la mirada que pintó Basi Mateo y sé algo más de la claridad, de la verdad deslumbradora que me aquieta para hacerme saltar desde adentro.
Debo compartirla.


Ricardo García Nieto


 Basi Mateo. Autorretrato.

lunes, 3 de septiembre de 2012

GLOBOS, BOTELLAS Y ROCAS


Nuestros cuerpos son globos llevados por el viento. El aire de nuestro interior es el mismo aire que hay a nuestro alrededor. Cuando el globo se desinfla, el aire de cada cual regresa a casa.
Nuestros cuerpos son botellas llenas de agua de mar. Flotamos en el mismo océano. Cuando la botella se rompe, el agua de nuestro interior vuelve a su origen. Mientras tanto, somos llevados por corrientes marinas, tintineamos las unas contra las otras y podemos rompernos. Es lo que llamamos discordia. La luz del sol se refleja mejor en la botella que ha perdido sus etiquetas, que comparte su brillo con las demás. Es lo que llamamos amor.
Nuestros cuerpos son rocas puliéndose por el viento y las mareas. Pierden sus asperezas hasta quedar en nada y regresar al aire y al mar. Como los globos y las botellas.


Ricardo García Nieto

domingo, 26 de agosto de 2012

SOBRE LA FELICIDAD


Hoy seré muy simple: para ser feliz no hay que pretenderlo. Felicidad es una palabra que debiera ser borrada de cualquier léxico. Ser es ser feliz. ¿Cómo podemos saber que somos? Hay un termómetro que nos lo dice. Se llama tiempo. Pasa y pesa cuando no somos. Se desvanece cuando nos trascendemos a nosotros mismos. ¿Cuándo pasaron las horas sin que te enteraras por última vez? ¿Con quién estabas, qué hacías, qué contemplabas? Lo demás es mentira y discordia.
¿De qué mota de polvo estelar surgió la ira? ¿De qué partícula divina el sufrimiento? De ninguna. El universo no tiene en su naturaleza el desconsuelo o la rabia. Son emociones generadas y ensayadas continuamente por los seres humanos. Hemos creado personajes que se nutren de emociones destructivas. Nos han enseñado a hacerlo porque es la manera sutil con la que inflamar o atemorizar a las masas. El odio las mueve. El miedo las frena en seco. Taquicardia y rechinar de dientes. Y un puñado de monedas con las que ir tirando en un sistema que agoniza.
El universo no envidia, se expande. Los seres humanos también cuando se permiten a sí mismos ser quienes son.
No hay objeto celeste que se sienta culpable por brillar, orbitar o chocar con otro.
No hay brizna de hierba que se maldiga por entrar en el ojo de un gato.
Sólo los seres humanos son capaces de devorarse a sí mismos por creerse responsables de un error, que, como la mayoría de los errores, es un acierto.


Ricardo García Nieto

lunes, 13 de agosto de 2012

¿CUÁNTOS KILOS PESAS?


¿Qué edad tienes? ¿Cuántos kilos pesas? ¿Cuál es el diámetro de tu cintura? ¿Y el de tu pecho? Respira… ¿Te han hecho alguna vez preguntas más estúpidas que estas?
Pues son de las que más dividendos producen en el primer mundo. Y más depresiones. No son preguntas; son dedos que te señalan como paria, como persona exiliada en tu propia calle, trabajo o terminal de aeropuerto.
¿Eres un ser humano honrado? ¿Eres capaz de ponerte en los zapatos de tu prójimo? ¿Cuánto hay de amor en ti? ¿Sueles resolver problemas? ¿O los haces más grandes? Estas preguntas no producen réditos, no sostienen una industria. Pero son las definitivas.
Eres servil cuando la apariencia dicta.
Eres libre cuando la inteligencia seduce.
He visto a modelos de pasarela, que se creían el centro del mundo, ahogándose en su propio ombligo.
He visto a enfermos terminales, dispuestos a volar hacia la eternidad, dándote la lección más importante de tu vida.
Nos estamos muriendo. No porque la vida nos empuje hacia el más allá, sino porque no nos dejan ser. Porque nos hipnotizan con lo perecedero, lo ridículo, lo inútil.
Hoy quiero envejecer más que nunca. Sumar mil años en una hora de silencio. Vaciar mi mente de voces fatuas. Seguro que el universo susurrará algo en mis oídos.


Ricardo García Nieto

viernes, 10 de agosto de 2012

NO VALGO PARA NADA

No valgo para nada. No hago negocio con la enfermedad, el hambre o la guerra. No compito. Y produzco cosas que no cotizan en bolsa.
No soy un patriota: no suelo votar. Desprecio a los reyes y gobernantes que mienten. No compro lo que se anuncia en televisión. Ni cosas ni ideas.
Soy un antisistema. ¿Contra qué sistema? Contra el sistema de la usura y la injusticia. No me intimida el Estado cuando me amenaza: como sé que he de morirme, también sé que no tengo nada que perder.
Soy muy mala persona: a veces desearía que los banqueros de mi país se viesen en la necesidad, al menos durante un mes, de buscar comida en los contenedores de basura, y que los políticos tuviesen un orgasmo cada vez que abrieran la boca, que se quedaran mudos de placer y, mudos, tuviesen que ganarse la vida.
Soy, lo sé, un mal nacido. Me equivoqué de tiempo. Tal vez, hasta de universo.
Pero no soy el único.
Soy tan tonto que ese es mi consuelo.


Ricardo García Nieto

LOS MÁS DESPIERTOS

Los más despiertos cierran los ojos para encontrarse.
Afuera suena el tiempo. La esclavitud del tiempo. 
Los hombres que aprenden a olvidar su grandeza.


Ricardo García Nieto

lunes, 23 de julio de 2012

HOY HE VISTO MORIR A UN HOMBRE


Hoy he visto morir a un hombre. En la amargura de su mirada aún resonaban las palabras que me había dicho horas antes: mi vida ha sido una estafa.
Yo lo conocía muy bien: nació, estudió, amó, trabajó como una mula, pagó sus impuestos, votó y confió en sus gobernantes. Pero su vida había sido una estafa.
-He perdido mi tiempo –añadió-. He sido muy dócil. Siempre miré desde abajo a mis pastores políticos y financieros. Lo que te venden te devora. Ellos son los que han vivido mi vida. Me han adiestrado con sus televisiones y propagandas hasta en lo más íntimo. Y no me he dado cuenta.
Cuando cerró sus párpados por última vez, yo abrí los míos con la convicción de no ser jamás ese moribundo.
Los sueños amargos, como las profecías o las leyes injustas, están para que no se cumplan.


Ricardo García Nieto