lunes, 29 de octubre de 2012

AVERGONZARSE ES UN VERBO REFLEXIVO


Avergonzarse es un verbo reflexivo. Un verbo con la mira telescópica hacia adentro. Tú te avergüenzas y tú eres el destinatario de tu propio disparo. Y aprietas el gatillo. Y percibes el lento suicidio de la culpa, que es el origen de casi todas las enfermedades. Te avergüenzas y es como si dijeras en tu interior: muérete un poco hoy. Muérete de vergüenza. Nos pasamos la vida matándonos a nosotros mismos por nimiedades que no merecen sanción alguna: no debería haber dicho esto, hecho aquello, pensado lo de más allá. Mientras miles de políticos o banqueros se comportan como psicópatas, llevándose por delante demasiadas propiedades y vidas que nunca les pertenecieron. A ellos no los verás sonrojados, cabizbajos o con la mirada perdida en el suelo. No padecerán esa afección psíquica con la que tanto has sufrido.
Avergonzarse… Menudo fusil en manos de quienes menos lo merecen.
En la vida pública podemos oír “lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Raramente escucharemos “me avergüenzo de mi comportamiento”. La razón es bien sencilla: el personaje público, pillado in fraganti, reconocerá que sus actos le han llevado a la impopularidad. Sentirá mucho esa antipatía, sabrá que se ha equivocado al realizar acciones que le producen ese descrédito, y no volverá a cometer el error de jugarse el cargo repitiéndolas. Punto. No se flagelará a sí mismo por sus hechos inmorales. Hasta ahí podíamos llegar.
En cambio, los ciudadanos más decentes, adiestrados como perros desde la infancia, seguirán hasta el final de sus vidas avergonzándose de lo propio y de lo ajeno.
Hoy sigo avergonzándome de muchas faltas que, por desconocimiento, cometí en el pasado. Faltas por omisión. Amor que no dí. Las arrastraré hasta el final de mis días. Pero cien veces más me avergüenzo cada día de los comportamientos que observo en los personajes públicos.
Avergonzarse es un verbo con la mira telescópica hacia adentro. Ya va siendo hora de que la pongamos del revés.

Ricardo García Nieto

sábado, 27 de octubre de 2012

EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN

En tu niñez, no había separación entre tu ser y la naturaleza. Te trascendías en tus juegos. No había dualidad entre sujeto y objeto. Cuando acariciabas tu gato, eras tu gato. Cuando tomabas un limón o un juguete, eras ese limón o ese juguete. Eras tu imaginación creadora. La totalidad.
Después te dijeron que no, que de ninguna manera, que tenías que identificarte con tu cuerpo. Tu cintura, tu peso, tus orejas, tu nariz… Y sentiste que eras mejor o peor por el yugo de unas formas condenadas a cambiar. Más tarde, te contaron que había que madurar, que tenías que ser competitivo e identificarte con tus logros, tus éxitos, tu curriculum… Te llevaron a ese punto en el que el ser humano se vuelve depredador y quiere triunfar a costa de lo que sea y de quien sea.
El sistema engorda con las energías que sus adeptos malgastan a cambio de un coche, una casa, una cuenta corriente, un viaje a no se dónde… Esta es la época de la gran crisis personal.

El ser humano cae por primera vez en la cuenta de que la vida se le escapa, que le quedan unos años. ¿Cuántos? ¿Quince, veinte, treinta? Como no puede saberlo, se sube a una montaña y ve el valle con su rebaño, su pastor y sus perros.
Aquí es donde comienza la nueva etapa de su vida. El ser humano aprende a ponerse en los zapatos del otro. Y se identifica no con los mejores, aquellos a los que el sistema ponía como ejemplo a seguir, sino con los fracasados. Su corazón crece y golpea con sus latidos a las puertas del alma. En ese momento descubre quién es. Desmonta cuanto le habían hecho creer por educación y ve más allá de las narices de la usura, la extorsión y el miedo.
Es el momento de la gran reconstrucción personal. Lo que Carl Gustav Jung llamó “proceso de individuación”. Es el momento en el que cada uno se eleva más allá de los engaños, espejismos o apariencias que se empeñan en parecer el único horizonte posible. Y el alma nos revela su secreto.
Acabo de describir un tortuoso camino que suele coincidir con las distintas etapas de la vida. Muchos ni siquiera han pasado de la identificación con su cuerpo o sus logros. Pero otros ya estaban en la última etapa desde la adolescencia. O incluso antes.
Nunca será tarde, pero siempre imprescindible.


Ricardo García Nieto


A CUALQUIER DESAHUCIADO


Aún tienes la fuerza
de los que nada tienen que perder.
Eres el más temido de los hombres
porque el miedo se fue con la abundancia.
El alma sigue en pie.
Y la imaginación aún cabalga.
Que les duela el haberte perseguido
como al desierto el sol cada mañana.
La vida es algo más.
Sé tu pastor, tu médico, tu espada.


Ricardo García Nieto

REGRESO A CASA


Regreso a casa. Allí recordaré lo que me trajo a este mundo. Paseo junto al río, pero intuyo que es él quien pasea junto a mí. Paseo junto a la vida que dejé atrás. Pero es mi vida la que se pasea por mí.
¿Llevé a cabo mi propósito en ella?
Mi alma quiso guiarme. Pronto sabré si le presté la debida atención.
Sobre el agua hay un tren de reflejos: las personas a las que amé y a las que no. Sé que todas van conmigo.


Ricardo García Nieto



miércoles, 24 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (3ª y última parte).


Al ser humano, convertido en mascota o res que ha de ser llevada al matadero, no le queda otra opción que salirse del mapa y buscar su territorio inexplorado.
Agotado por la política, que lo embauca, por las administraciones, que lo controlan, o por los medios de comunicación, que lo narcotizan, el ser humano sólo puede aspirar a ser su propio guía, su propio maestro, su propio santo.
Somos coaccionados hasta el automatismo.
Es curioso ver a quienes se indignan por la coacción del Estado para coaccionar con el poder de su partido o sindicato. Ver a quienes se indignan por la coacción de los mercados para coaccionar a sus subalternos o empleados. Ver a quienes se indignan por la coacción de las armas para coaccionar a su familia en la vida privada.
Vivimos para el pánico. Y el pánico nos da la contraprestación de un salario.
Jamás el ser humano ha sido tan esclavo física, moral, espiritual y psicológicamente. La enfermedad arrecia tras las ventanas de nuestras almas.
Si queremos curarnos, habremos de perdonarnos: no por lo que hicimos, ni siquiera por lo que nos hicieron creer que hicimos. Sino por haber matado nuestra inocencia.
Si queremos recuperar nuestro poder, habremos de aprender a sonreír ante cualquier amenaza.
La persona singular escasea. Cuando la encuentro sé que me hallo ante una especie en vías de extinción.
A los plurales les gusta disfrazarse.
Al piojo le gusta la máscara del tigre. Se la coloca y coacciona. A la oruga que se niega a ser mariposa le fascina el disfraz de serpiente. Se lo pone y coacciona. Don “te voy a meter un paquete que te vas a enterar” se arrastra lo mismo que el gusano sobre el vómito de su propio miedo.
El ser humano que aspira a ser su propio juez hará de su territorio un bosque impenetrable, el sagrado lugar de su “sí mismo”.
Emboscado, inmune a la coacción, sano de todo miedo, vivirá en libertad por primera vez en su vida. Al otro lado de su mirada, los muertos seguirán enterrando a los muertos hasta el Final de los Tiempos.
Con este breve texto concluyo mi personal homenaje a ERNST JÜNGER.


Ricardo García Nieto

martes, 23 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (2ª parte).


La libertad, en la boca del lobo de la necesidad, no existe. Si el sistema depredador es el que te deja un margen para elegir (la bolsa o la vida, tus derechos o la vida, tu dignidad o la vida) sería más que heroico optar por el no ser. Un heroico error.
Los emboscados lo saben. Por eso no ponen la bolsa, los derechos y la dignidad al alcance de nadie. Por eso intentan permanecer fuera del sistema en la medida de lo posible. La bestia somete, pero no es el abominable enemigo que creemos. La verdadera abominación son los francotiradores convencidos de la legitimidad del monstruo. Los emboscados intuyen que el disparo se puede producir desde el más inesperado lugar. Desde la tierna sonrisa. Desde el abrazo cordial. Desde el beso aparentemente sincero. Los sicarios de la bestia lo son aún más de su propio miedo.
Los vemos cada día. Fanáticos acomplejados, miedosos de lanza en ristre, iluminados que ambicionan ser la espada y la pared.
Cuando todo les falla, echan mano de la calumnia lo mismo que el leñador de un hacha. La imagen del emboscado cae. Pero no le importa. En la naturaleza de los seres humanos, la caída de la imagen es semejante al desprendimiento de un pétalo o al rodar de una piedra por la montaña. Y esto sólo puede satisfacer la insania de quienes se creen mejores por ello.
Los emboscados saben que habrán de morir algún día. Es su ventaja. Por eso no temen lo que haya de venir. Por eso no les quita el sueño cuantas argucias ideen los adeptos al monstruo.
El emboscado eligió al margen de las bagatelas del sistema, de las voluntades torturadas por el sistema, de las víctimas que se creen ser el sistema mismo.
Antes de echar a andar, el emboscado ya ha puesto un pie en el más allá.
Está más lejos de lo que mirada alguna pueda alcanzar.


Ricardo García Nieto



lunes, 22 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (1ª parte).


Es muy fácil perder la credibilidad en el mundo real. Si no haces tuyo el yugo de la neurosis colectiva o el soniquete perpetuo de los complejos de inferioridad, si no te nutres del miedo que alimenta a la masa, si no te adentras en la boca de ese lobo al que se ha convenido en llamar sistema, si eres distinto y consecuente con tu singularidad, serás la abominación de la que todos huyen y a la que todos arrojan la lanza del descrédito.
Cuando se ha llegado a este punto, el viaje se torna solitario. Te conviertes en un paria con el potencial del más idóneo chivo expiatorio.
Nadie, ni tus más íntimos, te cubrirán la espalda.
Esta es la emboscadura más hermosa y terrible del ser humano.
Ante ella se puede huir o se puede resistir.
Huir significaría tomar un atajo hacia el no ser. Puede manifestarse de varias maneras: una afición, una adicción (la que sea), un “se acabó” con tintes trágicos.
Resistir significaría permanecer. Meditar junto a tu propia sombra. Y seguir sin esperanza, pero con el convencimiento de que sólo se esfuerza el que se niega al esfuerzo por parecerse al rebaño.
Quienes lo saben han superado el más duro trecho del viaje. Y habrán aprendido a afrontar, serenos, el último tránsito.
Lo demás es mentira.


Ricardo García Nieto

LA ENCERRONA

La encerrona es una trampa preparada por débiles para torcer la voluntad de alguien. Pero cuando la víctima no tiene nada que perder, se quedan enjaulados en su propia estupidez.
El otro día disfruté ante semejante espectáculo. Los que hicieron la encerrona le metieron miedo a un ser humano que no lo tenía. Terminaron temblando como si pasaran frío. Se habían quedado desnudos.


Ricardo García Nieto

martes, 9 de octubre de 2012

TRES TIPOS


Sólo conozco a tres tipos de personas: los neuróticos obsesionados con ser normales y los psicóticos convencidos de serlo.
Los del tercer tipo, los que ni aspiran a ser normales ni se lo creen, suelen ser tachados de locos. En ellos siempre he visto una lucidez deslumbradora.


Ricardo García Nieto