viernes, 27 de diciembre de 2013

DESEOS PARA EL AÑO NUEVO


El amor no convive con el miedo.
El héroe que consuma tal hazaña
se señala a sí mismo con la muerte.
Su propia destrucción es un camino,
uno de tantos otros por el mundo,
para aprender lo que dejó pendiente.
Que su ceguera logre abrir sus ojos,
que su silencio pueda hablarle al cielo
y su alma goce más de sus carencias.
Es todo cuanto habrá que desearle
para el año que viene a este sujeto
en el desagüe del país que habita.


Ricardo García Nieto

jueves, 26 de diciembre de 2013

CUENTO DE AÑO NUEVO


Cada fin de año me visita un amigo que murió hace mucho tiempo. Su apariencia es la misma que tenía cuando partió: pelirrojo, nariz aguileña, desgarbado y con una sonrisa un pelín cínica. Una hora antes de la euforia colectiva de las doce, se deja caer en un sillón, el que hay frente al de mis lecturas, y hablamos de todo un poco. Este ritual se ha venido produciendo durante dos decenios, desde que cayera de su balcón.
No suelo celebrar el tránsito de un año a otro. Al atardecer del 31 de diciembre, apago el televisor y tomo un buen libro. Vivo en una casa aislada en el campo. Cuando aparece mi amigo, sé que las campanadas del pueblo más cercano llegarán a mis oídos en una hora.
Las dos primeras veces que me visitó, lo sometí al interrogatorio lógico que debiera darse entre un vivo y un muerto: cómo moriste, por qué, qué se siente al dejar el cuerpo, qué hay más allá de la vida… En su tercera visita, hablamos de nuestros recuerdos compartidos, del sentido de este o aquel hecho, grande o pequeño, que vivimos, si había visto o no a algún amigo común que también falleció… A partir de la cuarta visita, las curiosidades se me apagaron y lo recibí como si aún siguiera vivo, fluyendo yo con la naturalidad que presta el deshacerte de las categorías fantasmales.
Hoy va a ser un encuentro distinto. Hace dos meses sufrí un infarto masivo mientras releía “El paraíso perdido” de Milton. Fallecí, pero no caí en la cuenta de mi deceso y seguí leyendo hasta el final. Supongo que no advertí el túnel y la luz que suelen conducir a las almas descarnadas. Nadie ha venido a casa desde entonces. Supe que estaba muerto al no verme los pies. Y me asusté. Me sentí como el viajero que ha perdido su avión. Mi avión al otro lado de la muerte.
Espero a mi amigo para que me conduzca, para que me saque de aquí, para que me dé el mapa y la brújula que los espectros utilizan entre ambos mundos. Cuando den las doce, habrá empezado un nuevo año para mí: el definitivo.
Mientras tanto, lo espero como de costumbre, leyendo un buen libro.


Ricardo García Nieto

CUENTO DE INVIERNO

Crecieron juntos. De adolescentes, vivieron el bombardeo de la Legión Cóndor sobre Cartagena. Y el viento de la guerra los separó. Uno perdió la batalla del Ebro y se exilió a Rusia, donde se alistó en el ejército de Stalin. El otro ingresó en la División Azul para enfrentarse a los rusos en la frontera del río Don, al lado del ejército de Hitler. Nieve, ríos helados, francotiradores escondidos bajo un árbol, fuego de morteros y cañones, casas incendiadas, violaciones, juicios sumarísimos con tiro en la nuca. Se convirtieron en lobos. Y miraban como lobos capaces de comerse a sus propios hijos.
La escaramuza se inició al cruzar el río y tomar una posición en territorio enemigo. Y terminó en una lucha cuerpo a cuerpo. Allí se encontraron con uniformes diferentes y la bayoneta calada hacia el vientre del otro. Se miraron como lobos y se descubrieron paralizados por una inocencia vieja, que les hizo abrazarse y rodar hasta un socavón de estupor. A la mierda esta guerra.
Se fugaron en una aventura de escondites bajo la nieve, ocultamientos bajo el barro o el polvo del asfixiante verano ucraniano. Hambre. Canibalismo. Cuerpos poseídos por el miedo y la furia. Una noche demasiado oscura, pusieron el filo de sus bayonetas sobre sus muñecas y se miraron largamente, como se mira al mar. Pero el viento les dijo que no, que habían de envejecer juntos y morir con honor.
Ahora, con 90 años sobre los hombros de cada uno, frente a los patos, dejando su nieve de pan sobre el agua verde, con el rostro señalado por una violencia antigua, troyana, ancianos marcados por el hierro de todos los infiernos, recuperan su mirada de lobos y esperan a que el presidente del gobierno inaugure las instalaciones de su residencia para la tercera edad.
Lo odian. No se han dejado el alma para vivir bajo la tiranía de un imbécil, que sólo se dedica a buscar fisuras legales por las que pisotear los derechos humanos.
-Ese muñeco no sabe la que le espera –dice uno.
-Nunca ha tenido ni pajolera idea –responde el otro.
Parecen gruesos. Cada uno lleva bajo su abrigo más de tres kilos de diferentes explosivos, que nadie sabrá nunca de dónde han salido. Se levantan y se acercan, pesadamente, a la comitiva gubernamental.
-En este país ya no hay huevos –dice uno.
-Siempre nos toca a nosotros ajustar las cuentas –responde el otro.
Minutos después, desaparecen en una deflagración salvaje.


Ricardo García Nieto


 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

LA VISIÓN CIEGA

Hay personas que no tienen conciencia de ver aunque vean. Les dices “sigue con tu dedo este punto rojo en la pantalla del ordenador”. Y lo siguen, pero no se dan cuenta de que lo siguen; el dedo lo persigue pero ellos no lo ven. No saben que ven.
Me pregunto si esta patología tan extraña no tendrá una variante colectiva.¿Nos empecinamos como sociedad en no ver lo que vemos? ¿O nos han enseñado a hacerlo?
Una colega mía dice que hablo mucho de política y que eso ya no interesa. Puede que tenga razón. En alguna habitación fría debe haber un lugar reservado para todo esfuerzo inútil. Al entrar en ella, contraes la “visión ciega”, como si de una gripe se tratara, y desaparece el fruto de los trabajos y los días.
Después de medio siglo de existencia y tan penosos resultados, la sensación de esforzarme en balde la tengo en muy avanzado estado. Y aun así, prosigo escribiendo sobre el inadvertido sentido de las cosas, el dolor o la moderna tiranía española. Puede que mi quehacer se reduzca a tomar la fotografía de un cadáver. Ésa será mi contribución a la bancarrota moral de este país. ¿Quién nos rescatará de ella? Pierdo la sensatez ante una oscuridad de la que no puedo volverme. Hay cosas que he de hacer para saber que existo. Por eso escribo en vano. Si le tuviese miedo a la libertad, me atiborraría de dulces navideños y bebería buenos vinos para exorcizarlo. La libertad nos conmina a atrevernos, tanto en lo individual como en lo colectivo. Pierdo aquí mi condición de observador. Actúo torpemente, pero actúo. No pude elegir el papel en la tragedia. Ni mi lugar en esta trama incomprensible. No sé a quién sigo ni quién va tras de mí. La visión ciega se impone, nos posee con sus buenas palabras, su calculado optimismo y sus discursos repetidos.
Las mentiras echan humo por la boca de su cañones. Alguien está apretando todos los gatillos. Pero no lo vemos.


Ricardo García Nieto

martes, 24 de diciembre de 2013

CUENTO DE AÑO VIEJO

Paseo por los cementerios como si se me hubiera perdido algo en ellos. Los cipreses, cansados de vivir en su tópico, me saludan con sus pájaros.
-Otra vez por aquí…
-Ya veis, lo mío no tiene solución –les digo.
-Lo nuestro tampoco.
Las calles de los cementerios tienen un frenesí de vida que ya quisieran para sí las de las ciudades: gatos, avecillas, nubes de insectos, flores, brisas con dientes de león y polen… Y ese otro frenesí vuelto del revés: el del silencio.
Nadie mercadea. Nadie seduce. Nadie impone.
Los caracoles sacan sus cuernos con su acaramelado brillo. Hablan despacio:
-Hermosa mañana…
-Espléndida –remato yo.
-El sol no engaña –asevera el más viejo, girándose en lo alto de un crucifijo.
Huelo a jazmines al doblar una esquina. Un panteón me hiela con su sombra. Una estatua lo preside: un monje con capucha y rostro de calavera lleva en sus brazos a una niña. A la chiquilla, con la cabeza ladeada, se le aprecia una sonrisa dulce. Y los ojos cerrados. Como si tuviera un sueño feliz. No sé por qué. Pero pienso en el recién nacido de los belenes.
A pocos metros de allí, está el banco de mi cita. La veo llegar con su chaquetón de invierno y sus vaqueros. Ligera sombra en los ojos, tenue pintura en los labios.
-Otra Navidad más –me dice al sentarse-. Y otra menos.
-Así es –afirmo, tomándole las manos-. Respiremos juntos este aire.
-Nada hay que decir –asevera ella.
-Nada, cariño mío.
Permanecemos juntos hasta que anochece y regresamos cada cual a nuestros lechos cálidos, bajo la tierra y las lápidas con nuestros nombres casi borrados. Es curioso: ya no recuerdo cómo me llamaba. Ni me interesa saberlo.
La luna nos despide un año más con su fría claridad.


Ricardo García Nieto

sábado, 21 de diciembre de 2013

LA MEZQUINA ESPAÑA


España vive una década mezquina. Se ha convertido en un tapete donde varios jugadores apuestan al póker o al juego del ahorcado. España está vieja, y sus años se fugan hacia una nueva vida de injusticia y esclavitud. Su ancianidad se familiariza con lo grotesco, con los actos partidistas, con la arrabalera crítica del otro. Los gritos son argumentos; los malos gestos, tomas de poder; la actitud soez vende libros. La crisis, no sólo económica, es de tal magnitud, que los españoles ya no saben lo que son. Y poco pueden dar de sí mismos que no sea controlado por el Estado y sus medios. El Estado ha sabido repartir la desesperanza, agregándole fuertes emociones y chabacanería con la que solazar al pueblo frente al televisor. Esta descomposición, amén de lo económico y social, es más espiritual que otra cosa. Los españoles ya no saben lo que son y, por ende, ignoran adonde dirigir sus pasos. España ha pasado del susto a la ebriedad. No quiere estar sobria, huye, no acepta la realidad y se refugia en la cogorza de las cosas banales. Cócteles de tiros largos y poco alcance, comidas de empresa en las que los comensales se ven tan a gustito que no detienen sus pensamientos en la gente que padece hambre y frío, liturgias varias, en fin, mediante las que el trabajador sacraliza con la melopea su condición servil en aras del sistema que lo aplasta. Ésta es la España mezquina, la de los forofos del pasármelo bien caiga quien caiga, la de las compras al sangriento precio de quien sea.
Los gobernantes no cayeron del cielo. Ni siquiera las leyes. Los derechos humanos dependen de beodos: alcohólicos de poder, borrachos de narcisismo, mamados de ambición y ebrios de extraordinarias fugas hacia los grandes almacenes y agencias de viaje.
Pocos brindan a esta época lo mejor de sí mismos. Los españoles caminan o revientan. Los temperamentos artísticos se han convertido en temperaturas, barómetros de popularidad o venta. La perseverancia científica, en celeridad por publicar resultados; la conciencia, en un balance de cuentas.
Todo parece perdido en este achacoso país, disfrazado de noches buenas y viejas, de alegrías programadas y oportunidades para la curda.
Las circunstancias venideras aprenderemos algo más que la adversidad. Vamos a vernos en el infierno prometido, no por la boca de nuestros delincuentes gestores públicos, sino por la inconsciencia de nuestros actos, que se han hartado de hablarnos.

Ricardo García Nieto.

lunes, 16 de diciembre de 2013

LA TERCERA PARTE

Quisieron que no dejaras de moverte. Lo consiguieron. Y te dejaste algo más que la piel en los ensayos. Te viste en soledad, a merced de aquellos zapatos que no se atrevían a parar, y te sobrepusiste. Las argucias cotidianas para llegar a tiempo eran los pasos de baile de tu mente. Y la música no cesaba.
Algo o alguien, nunca sabemos qué es lo que puede surgir a un lado del camino, llamó tu atención. Y te detuviste a mirar. Por primera vez, el paisaje se quedó quieto. Y te preguntaste: ¿adónde voy?
Aquí acaba la primera parte de la historia.
La gran colmena, que veía la semilla del peligro en tu mente, ya se había provisto de un ejército de psiquiatras para encauzar tus pensamientos. La química de la felicidad se servía en hermosos colores que entraban por tu boca para salir de nuevo por tus zapatos, iluminando un futuro de bienestar y alegría.
Y de pronto, se desplomó la música. Oímos su golpe contra el suelo. Retumbó en todos los bolsillos y expectativas. Había que bailar con la melodía de las protestas.
Fin de la segunda parte.
Todo el mundo miraba al director de orquesta. Los insultos pasaron de las pupilas a la lengua, y de la lengua a las manos. Se desató la cólera. La rabia contenida durante tantos años de inolvidables melodías.
Estamos en el instante decisivo.
Allá donde pongamos nuestra atención, allá se irá nuestra energía.
La tercera parte habrá de escribirse desde el lugar donde miremos.


Ricardo García Nieto

domingo, 15 de diciembre de 2013

SI LA CONOCIERA

Si la conociera, el ser humano se quedaría temblando ante su propia grandeza. No termina en su piel, no tiene lindes. Sus contornos son una forma de expresar que existe. No hay leyes ni códigos morales que lo circunscriban a éste o aquel papel en el escenario. Cuando es consciente, el mal se hiere con su propia boca. Nada hay que decir para hacer lo correcto. El silencio paraliza dragones, aquieta pulsos, aplaca la pluma que en los decretos mata de frío y hambre. No hay imágenes que le muevan al desasosiego. El miedo se emborrona en su inmaculada cuartilla. Su mancha reposa en los bordes de cualquier propaganda, en el estricto bostezo de las urnas electorales.
Si lo conociera, el ser humano huiría de su propio rayo. Su fuerza sería capaz de abrir los cielos y la Tierra. Atravesado por él, cruzaría eones de culpa y maldición hasta encontrarse en el niño que jugaba, quién sabe con qué, a olvidar lo que era antes de venir a este mundo.
No existe la pérdida. Sólo hay ocasiones para el recuerdo y los encuentros.
En eso consiste la vida: en encontrarse y recordar. En obstinarse en la luz.
No habrá justicia sin esa insistencia. Ni para los corazones rotos, ni para los pueblos fatigados por sus reyes y gobernantes.


Ricardo García Nieto

sábado, 14 de diciembre de 2013

AUTORRETRATO

Soy este alud de huesos y torpeza,
de nervadura y cabizbaja prisa;
soy esta llama a su fulgor remisa,
que de la sombra aprende su destreza.
Muy dentro de este escombro que bosteza
y estrena un folio, un beso, una camisa;
muy dentro, donde crece la tristeza
que disimula el pez de mi sonrisa
hay un motor de espanto, una cultura,
una patria ahuesada de repente,
la zancada sin fin de la locura.
Hay un esplendoroso moribundo
que cuando cierra un libro sigue al frente
del malgastado exilio de su mundo.

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He de sentir la muerte al sumergirme
y regresar al hombre que no he sido,
ángel que estalla sobre el agua firme.
En el silencio aéreo, un alcatraz
acaba de elevarse hacia el olvido.
Me calzo las aletas. Salto en paz.


Ricardo García Nieto


viernes, 13 de diciembre de 2013

APNEA

Durante el verano de 1994, me quedaba debajo del agua sin respirar, con los brazos extendidos. Crucificado en mi libertad, sentía algunos pececillos en mi costado inmóvil. Conforme pasaban los minutos, la apnea era más y más placentera. Sepultado en el agua, como un niño en el vientre materno, me sentía regresar a casa, a ese lugar sin cuerpo ni tiempo del que fuimos arrojados. La hipoxia de mi cerebro me regalaba un estado de conciencia del que no quería volver. Pasados los tres minutos, ya no había sensación de agobio. Después, algún calambre, como un despertador orgánico, me hacía mirar mi cronómetro. Era el momento de decidir si salir o no. Y retornaba a la superficie. Nunca me atreví a proseguir más allá de los tres minutos y medio, aunque fuera feliz. La conciencia ordinaria se imponía a su idílico estado. Jamás he vuelto a practicar la apnea.
Hay una mística en la suspensión de todo. Un modo de abrazar lo que abandonamos en la eternidad. 


Ricardo García Nieto

martes, 10 de diciembre de 2013

LA ELEGANCIA DE TU RESISTENCIA

Y al final, el insalvable escollo. Allí te quedas carcomiendo tus anhelos. Allí renuncias. Allí te inhumas. Allí aprendes tu negación. Lo prodigioso es reconocer que te equivocaste al elegir tu historia. Lo titánico es soltarla y aprender a romperte, a ser tu propio maldito. Tu valor será tu maldición. Pero el infierno habrá dejado de seguirte. Te turbe el mundo o te serene. Te atraviese la luz o te enturbie la sombra. Te apartes de tu senda o termines con ella en el abismo. El infierno habrá dejado de seguirte. Quien sobrevivió lo sabe.
Más allá de las palabras, hay un precipicio por el que se vuelca la realidad. Los párpados caen. La materia enmudece. Tu labor termina. Quedan los ecos como granos de polen en el viento. Quedan los trazos que no se borraron de la pizarra. Los cometas varados en tu memoria.
Fue una gran aventura. La elegancia de tu resistencia.


Ricardo García Nieto

lunes, 9 de diciembre de 2013

TAFÓNOMOS Y ZOMBIES

Los españoles nos estamos haciendo expertos en Tafonomía. Conocemos muy bien los procesos que van de la corrupción y descomposición de los cuerpos a la fosilización. Lo nuestro son los cuerpos corruptos y los fósiles. Quizá porque no tenemos que escarbar muy hondo en ningún yacimiento. Estamos hartos de que los fósiles nos hablen con su lúgubre autoridad y de que los cuerpos corruptos se meneen por aquí y por allá con su sonrisa de autosatisfacción. Esto nos sucede a diario. Diríase que España es un gran cementerio en el que cuarenta y tantos millones miran a la élite corrupta y fosilizada en sus quehaceres políticos y financieros.
Como buenos tafónomos, los españoles observamos y nos hacemos muchas preguntas. Y hasta proponemos hipótesis sobre cómo la muerte está tan llena de vida, no sólo por los alegres gusanillos que disfrutan de la carne corrupta, sino por la carne corrupta en sí, tan vivaracha y ágil en las televisiones: ministros, diputados, presidentes de grandes compañías… Aprendemos de ellos el lado más estúpido: parecemos zombies.
Lo más enternecedor es el protagonismo de los fósiles parlantes. Lógicamente, se les ve con la rigidez mental de un trilobites, pero con una locuacidad que para sí querrían los papagayos. Repiten sin cesar el estribillo de que nada ha de cambiar. España está bien como está.
El cementerio español está lleno de vida. Para nuestros fósiles y cuerpos corruptos, allí domiciliados, los muertos somos nosotros: los tafónomos que se dedican a comprenderlos mientras trabajan como zombies baratos y sin derechos.
Voy a dejar este artículo porque ya hiede.


Ricardo García Nieto

POSTRERA CLARIDAD

Algo me deslumbra cuando cierro los ojos. Es la inalcanzable claridad. Quiero negarla para batirme en duelo con las asperezas de este mundo, limarlas, erosionarlas como el mar hace con sus límites. Dejo en manos del destino cualquier fisura por la que pueda proyectarme a no sé dónde. La rutina de los días me convierte en un marcador de páginas. Pocas deben quedarle al libro. Demasiadas, a las ficciones que habitamos.
Las hormigas, las abejas y las termitas tienen una mente colectiva. Cada una sabe su función y sitio. Nuestra mente globalizada está a punto de regalarnos la virtud de esos insectos. Tal vez, ya lo haya hecho. Incluso, puede que haya millones de almas celebrando la seguridad del panal o del hormiguero. De nada les servirá cuando cierren los ojos y sean deslumbrados un día.
Famélicos vamos de sentido.
Por eso batallamos con las escarpaduras que salen a nuestro paso.
Inocente combate de colegiales contra monstruos imaginarios. En nuestra ficción, vencemos.
La inalcanzable claridad puede fulminarte con sólo un parpadeo. No cabe sino rendirse.
En ella descansaremos cuando acabemos el libro. 


Ricardo García Nieto

domingo, 8 de diciembre de 2013

LA TEORÍA DEL CISNE NEGRO

La Teoría del Cisne Negro, del libanés Nassim Nicholas Taleb, dice que todo evento inesperado y de gran impacto puede ser racionalizado por retrospección. Es decir, que después, una vez pasado el susto, explicas las causas con toda lógica. El atentado de las Torres Gemelas, el tsunami de Japón, la crisis financiera… Todo tenía una explicación racional. Que no cunda el pánico.
Lo que yo me pregunto de los Eventos Cisne Negro es si la explicación ofrecida a los ciudadanos es la real. Es por eso que me atrevo a hacer un añadido a la teoría del profesor Taleb: los Cisnes Negros pueden ser racionalizados por retrospección, pero también por verosímil invención.
Es más, me atrevería a decir que la mayoría de los Cisnes Negros tienen una teoría oficial y una conspirativa, ambas igualmente racionalizadas por retrospección.
Una pregunta me asalta: ¿hace falta un auténtico Cisne Negro en España? Y no me refiero a los Cisnes Negros ya vividos y manoseados por unos pocos a su conveniencia, como por ejemplo el autogolpe del 23 F… Me refiero a movimientos sociales como el 15 M. O a lo que pueda acaecer en esta situación límite que vivimos.
El problema de los Cisnes negros no es la racionalización retrospectiva, sino la prospectiva: ¿qué hacemos a partir de ahora?
Los cisnes negros acaecen en la vida social tanto como en la privada:
1) Un suceso sorprendente, que ni remotamente habías considerado.
2) Cuyo impacto te remueve hasta los cimientos.
3) Y al que le das una explicación racional una vez padecido.
4) ¿Cómo lo vas a gestionar de una forma racional?

Pitágoras y Platón sostenían que el canto del cisne, antes de morir, era de júbilo y alegría: el cisne estaba feliz por abandonar su cuerpo y liberar su alma inmortal.
Hay Cisnes Negros que jamás cantarán su adiós.


Ricardo García Nieto

LAS TRAMPAS QUE NOS HACEMOS

Las trampas que nos tendemos son las más infalibles: no hay presa más predispuesta, ni cazador más obcecado.
Así en el cielo como en la tierra, la cacería de cada cual comienza en el preciso acto de ver la luz. La persecución es implacable. En el aire se cruzan los ángeles que caen con las almas que se elevan. Se miran cual si fueran desconocidos. Pero son de la misma substancia. Naturalezas dispuestas al rayo como a la nube, a la espada como a la copa que todo lo contiene.
Las trampas que nos hacemos sólo corroboran nuestra humana contradicción.
La tristeza de conocer lo inalcanzable, es la alegría de saber que existe. Por mucho que el espacio-tiempo insista con su tozudez gravitatoria, sabemos que será vencido un día.



Ricardo García Nieto




sábado, 7 de diciembre de 2013

ESTAR ENFERMO


Estar enfermo tiene momentos deleitosos. La fiebre te ofrece cálidas nubes en las que te duermes sin certezas. Cuando te sobrepones de ese exquisito sueño, el cuerpo pesa el doble y te duelen todos los músculos. Si te atreves a escribir, te resultará ajeno lo que leas. ¿Quién será el extraño que dice estas tonterías? Toses. ¿Estarás ladrándole a tu gobierno? No me canso de hacerlo. Cierro los ojos y vuelvo a la dulce placenta. Allí consulto la gran enciclopedia de los dormidos.
Después de tres días, he claudicado. Hoy empezaré a administrarme antibióticos. Me los tomaré cual si fueran revoluciones: Tomas de la Bastilla. Soy como el acorazado Potemkin: lo que importa es lo que suceda dentro.
En España hay microorganismos poco deseables. Los hospedamos cual si fueran protectores. Hacen el paripé de esforzarse por el bien de la patria. Aunque no sabemos de qué patria se trata, si de Alemania, si del FMI o de sus propios partidos. Son los simuladores “Politicocos” en simbiosis con los “Bancocos aureus”.
La enfermedad de un país no es como la mía. Ni siquiera tiene esos momentos placenteros que me embargan. En España lo que se embargan son viviendas, tierras, ahorros, vidas por delante y por detrás. Aquí no se libran ni los niños ni los ancianos. Aquí proliferan las bacterias: Politicocos y Bancocos aureus. ¿Cuándo le administraremos a este país los pertinentes antibióticos?
Urge el tratamiento médico.
En dos años habrá elecciones generales. Esperemos que el enfermo no se nos muera por el camino.
Con respecto a mí y mi claudicación, poco he de añadir. Cuando me miro en el espejo, no me siento tan extraño como con lo que escribo. Estar enfermo tiene momentos deleitosos.


Ricardo García Nieto

viernes, 6 de diciembre de 2013

OCÉANOS DE PETRÓLEO


La verdad nos hace libres porque, entre otras cosas, nos quita muchos miedos. Hoy vamos a quitarnos uno: no va a haber un apocalíptico “Peak Oil”.
Cuando Alberto Vázquez Figueroa dijo, hace años, que los rusos habían demostrado que había océanos de petróleo y que éste no era fósil, no me lo podía creer. Ahora, tengo que darle la razón al viejo maestro: el petróleo es abiótico y sus pozos vacíos vuelven a llenarse debido al flujo de petróleo que surge de las profundidades. Este hecho contrastado tiene tales implicaciones políticas que no se ha difundido lo suficiente. No obstante, los resultados están ahí, publicados en el año 2009, en la revista Nature Geoscience, Volumen 2, gracias a las investigaciones de Vladimir Kutcherov, Antón Kolesnikov y Alexander Goncharov.
El 31 de enero de 2010, el primero de estos tres científicos, Vladimir Kutcherov, concedió una entrevista al “Alles Schall und Rauch”. Vladimir Kutcherov no es un don nadie: profesor del Real Instituto de Tecnología de Estocolmo, catedrático de la Universidad de Moscú en petróleo y gas, y profesor de la Academia Estatal de Tecnología Química de Moscú.
Leamos parte de esa entrevista:

Freeman: ¿Es cierto que en Rusia hay algunos pozos petrolíferos que se han rellenado?
Kutcherov: Pues claro, y no sólo algunos. Las investigaciones más recientes en el Campo Romanishko, uno de los más grandes de la Rusia Europea, muestran que llegan constantemente nuevos flujos de petróleo. No cabe duda: el petróleo nuevo fluye de los abismos. No podemos decir la profundidad exacta, al menos todavía, pero es seguro que se trata de crudo nuevo procedente de las profundidades.
Freeman: ¿Significa esto que si se sabe el balance entre producción y flujos abisales, se podría mantener la producción equilibradamente hasta hacer que el pozo petrolífero fuera inagotable?
Kutcherov: Esa es una pregunta muy buena. Nuestros experimentos muestran que todos los campos gigantes tienen estos flujos de las profundidades, con los que se rellenan, si pudiéramos saber la cantidad que entra anualmente, podríamos desarrollar nuevas estrategias en lo que se refiere a su explotación. Deberíamos extraer tan sólo el petróleo que entra nuevo. […] Podríamos utilizar estos campos para siempre, o por lo menos cientos de años.
Freeman: ¿Quiere usted mandarle un mensaje a mis lectores? ¿Qué actitud tomar en lo que se refiere a la disponibilidad energética futura, por ejemplo?
Kutcherov: Estamos tan sólo al final del principio de la Era del Petróleo. Ni siquiera hemos llegado a la mitad.
Freeman: ¿Quiere decir, que no estamos ya metidos en un periodo de "Peak-Oil"? (El Pico petrolero es el momento en el cual se alcanza la tasa máxima de extracción de petróleo global y tras el cual la tasa de producción entra en un declive terminal).
Kutcherov: Das ist völliger Blöödsinn! (ESO ES UNA GILIPOLLEZ MAYÚSCULA).
Freeman: Lo que usted quiere decir es que, por una parte debemos amar y respetar al medio ambiente, pero por otra parte no dejarnos llevar por alarmismos acerca del fin del crudo/gas.
Kutcherov: Sí, tenemos bastante petróleo y gas. Hemos de pensar cómo emplear adecuadamente estas materias primas, PARA BENEFICIO DE TODA LA HUMANIDAD, pero también debemos simultáneamente proteger nuestro planeta.
Aquí podemos leer la entrevista completa:

Es de destacar que el pasado 30 de agosto de 2013, según informaba la EIA (la Administración de Información de Energía), la producción de petróleo en Texas casi se ha duplicado en los últimos dos años gracias a las “revolucionarias” técnicas de perforación profunda. La agencia gubernamental detalló que la producción de crudo de Texas paso de 1.4 millones de barriles diarios en junio de 2011 a casi 2.6 millones de barriles por día en junio de 2013.
El presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Germán Arce, señaló que, gracias a las tecnologías para la extracción profunda de petróleo, Colombia tiene como objetivo inmediato aumentar sus reservas de petróleo al equivalente a 10 años de su consumo.
Todos los productores de petróleo (he puesto un ejemplo de productor grande y otro de productor pequeño), van a horadar más metros bajo tierra. Tonto el último.
¿Traerá consigo la extracción de petróleo de estos profundos mares una bajada de los precios? Es obvio que no. Mientras el sistema se sostenga, no habrá pan, agua y energía para todos. Aunque sobre. El sistema precisa de esclavos. Cuanto más dependientes seamos de quienes abren y cierran el grifo de la abundancia, mayores serán sus lujos y privilegios. Lo demás es ficción. Y de la mala.


Ricardo García Nieto

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA VICTORIA DE LOS VENCIDOS


Dejarme vencer por la melancolía y llenar un folio, ejerciendo el papel de vencido, sería una forma de ipsación. Algo vergonzoso para mi edad. Los vencidos son otros, los que tienen esa dignidad sublime de guerreros derrotados. Sus heridas son incomparables con las mías. Por mucho que me empeñe en hacerlo. Mis cardenales y cicatrices son de una ridiculez que abochorna.
El suicidio fracasado de Joseph Conrad nos dio “El corazón de las Tinieblas”; el suicidio frustrado de Paul Gauguin, lienzos definitivos. Albert Camus, en “El mito de Sísifo”, concluye que la única razón para no suicidarse es la rebelión contra lo inhumano. Frente al absurdo, la vida se crece con la lucha.
Dejarse vencer nos depara una deshonra intemporal para nosotros mismos.
La lucha contra la injusticia corresponde a cansados y eufóricos, a tristes y alegres. Pero será la tabla de salvación de los que sólo tienen la vida que perder. Jung supo que la voluntad queda en suspenso cuando cada motivación tiene su contra-motivación, cuando la tensión entre la conciencia y el inconsciente es la de dos opuestos. Este conflicto, decía, es lo que da legitimidad a nuestras vidas. Si no existiera tal conflicto, nuestra vida sería una vida a medias, seríamos ángeles. Y Dios (la consciente totalidad, el universo o como queramos llamarle) ama más a los seres humanos que a los ángeles.
Trascendernos sería la primera ley. Construirnos, la segunda.
Para eso persistimos.

Comparo el lúcido persistir de Nelson Mandela o de Andréi Sájarov con el mediocre quehacer de quienes se adueñan de:

1) Un saber ignorante, un saber de fingimientos, un saber mentir.
2) Un poder incapaz, un poder de leyes muertas, un poder mermar.

Los auténticos ignorantes e incapaces son los que rigen la vida pública. Dime de las mentiras que presumes y te diré de las verdades que careces. Dime de cuantos antidisturbios te rodeas y te diré quién eres.

La serpiente incuba monstruos.

Ricardo García Nieto.

ESTRELLA ERRANTE


Para celebrar el día de la Constitución Española, sería bueno recordar algunos hechos: En España se devalúan las personas en lugar de la moneda. Se rebaja la justicia, se deprecia el sentido común y se desvaloriza el bien. En España se nos está educando para comernos los unos a los otros: competitividad, denuncias anónimas, subsistencia programada a costa de otros… Un “sálvese quien pueda” sin piedad y con la música de Wagner quemando las cuerdas de los violoncelos. En España, nuestros gobernantes nos invitan a irnos para que cuadre el déficit y las cifras de paro. En España, hemos dejado de ser ciudadanos para convertirnos en súbditos de la deuda soberana. España ha cambiado mental y moralmente. Y lo ha hecho tanto, que los españoles, aun viviendo en España, echan de menos su hogar. No saben ya dónde están, si en el orgasmo perpetuo de los especuladores o las grandes fortunas, si en la fastuosa satisfacción onanista de sus políticos, si en la quejumbrosa agonía de desempleados, emigrantes y ancianos que no tienen qué comer, con qué calentarse o cómo curarse.
Para celebrar el día de la Constitución Española traigo aquí uno de los mejores diálogos de la historia del cine:
-¿Te marchas, Ben?
-No.
-Yo tampoco. Creo que hay dos clases de gente en el mundo: los que se marchan y los que se quedan. ¿No es cierto?
-No, yo no lo creo.
-Pues, ¿qué crees tú?
-Pues que hay dos clases de gente: los que van a alguna parte y los que no van a ninguna. Eso sí que es cierto.
-No estoy de acuerdo, Ben.
-Porque no sabes de qué demonios estoy hablando… Soy un ex ciudadano de ninguna parte. A veces, echo de menos mi hogar.
Este diálogo que sostienen Horace Tabor y Ben Rumson en la película “La leyenda de la ciudad sin nombre” (Paint Your Wagon, 1969), entra en la categoría de lo universal porque puede aplicarse a todo tiempo y lugar. Y hoy, especialmente, a España.
El tema que, acto seguido, canta Ben Rumson (Lee Marvin), tiene pasajes cuya contundencia está a la altura del anterior diálogo. Y una música de leyenda.
Ben Rumson acepta su destino como condición de la vida. Se queda pensativo un instante, al final de la canción, y entra en la taberna. Busca el abrigo de la ebriedad.
Podemos ver esta escena cada día.
Quienes mañana celebren el día de la constitución en primera fila, viviendo la liturgia sacro-política como si en ello les fuera la resurrección, no tienen la profundidad intelectual de Ben Rumson. Ni la nobleza de los caballos con los que se cruzaba en la escena.

No saben lo que hacen. Ni quieren saberlo.


Ricardo García Nieto