miércoles, 26 de noviembre de 2014

CÉLULAS

¿Qué piensa un gobernante totalitario cuando empobrece a su pueblo? Puede que algo así:

“¡Qué insensatez! ¿Por qué voy a sentirme culpable de de los suicidados, parados y desahuciados por la crisis económica? Cada hombre es una célula del organismo del Estado. Y hay células que tienen que morir. Si este despacho ardiera y tuviéramos que salir corriendo, ¿qué ocurriría con nuestros cuerpos? Nuestras glándulas suprarrenales llenarían de adrenalina la sangre y nuestros músculos se contraerían más intensa y rápidamente: morirían millones de células, morirían millones de mínimas vidas. Serían el precio a pagar por no terminar asfixiados por el humo o quemados por el fuego. Todo estaría dentro de un orden natural. ¿Sentiríamos remordimientos de conciencia por las células muertas en nuestro intento por sobrevivir? ¿Seríamos culpables de un exterminio celular?”

Escribí este texto hace doce años, intentando mostrar la psicopatía del pensamiento nazi. Sólo le he cambiado las dos primeras líneas. Y me asombra lo verosímil que resultaría en la mente de quienes hoy sumen en la pobreza a su pueblo para salvar las cifras macroeconómicas.

Cuando la economía –suelo insistir en ello- se convierte en teología, se impone una forma de pensar y de vivir desde antes de que se nace hasta después de que se muere. Como en cualquier religión.

Ricardo García Nieto.

lunes, 24 de noviembre de 2014

SOMOS ECOS


Somos ecos; pero no vienen de afuera.







Diecinueve poemas y una traducción, 
Ediciones Alfar, 2012.

domingo, 23 de noviembre de 2014

EL FUEGO

Hay una cerilla que debe ser encendida dentro de cada uno. Raspa la fibra más honda y produce un fuego que convierte a cada cual en portador de su luz. Ilumina a la par que se quema; vierte su verdad al tiempo que se extingue. Alumbra su propio camino. Y quizá el de otros. Se completa ardiendo, lo mismo que el sol, más allá de sí.
Quien se prende se deshabita. Coincido con Christian Bobin cuando escribió: “no sé si me gustaría vivir con alguien como yo. Creo que no. Gracias a Dios, no vivo conmigo.”
Lo esperanzador de una vida que se consume es cuando se consuma. Al final, la llama se separa de los cuerpos pero no se apaga. Flamea en lo invisible.

Ricardo García Nieto.



domingo, 16 de noviembre de 2014

HAY UNA ESTRELLA QUE CAE

Cada vez que piensas, estás tejiendo algo que puede sanarte o enfermarte. Los pensamientos son como plantas: las hay curativas y las hay venenosas. Urge tener muy claro que la mente no es el alma. Los guaraníes de Uruguay decían que el alma es el sol que está adentro. Me fascina esta metáfora. Creo que somos como estrellas errantes de cuerpo en cuerpo. Lo triste son las estrellas que caen. En las oligarquías de hoy, por ejemplo, se impone una visión del mundo para que el individuo no deje de moverse ni física ni mentalmente. El mensaje subliminal es obvio: “olvídate de ti mismo para ser otro”. O lo que es lo mismo: “compite, obedece y muérete”.
Ese sol interior es, entonces, como una estrella que cae. Una oportunidad perdida en el ancho páramo de la eternidad.
Hay que estar atentos: aquello que no vemos en política es lo que va a condicionar nuestras vidas; aquello que no vemos dentro de nosotros es lo que puede redimirnos.
Sé que en este mismo instante hay una estrella que cae. Pero me fijo en algo que también dijeron los guaraníes cuando vieron por primera vez el papel:
-Es la piel de Dios.
-¿Por qué?
-Porque podemos enviar mensajes con él.
Jamás hemos dispuesto de tantos medios para enviar mensajes. Jamás hemos sido tan necesarios para que las estrellas no pierdan su rumbo.


Ricardo García Nieto.

lunes, 10 de noviembre de 2014

NO SÉ ADÓNDE VOY

No sé adónde voy; pero voy. Y ya no tengo prisa. Oigo el zumbido de las avispas y el discurso de los políticos. De cuando en cuando, alguna de estas especies te pica y sientes el minúsculo aguijón de la realidad: el dolor como un cuento, la ira como un resorte, la tristeza como un traje a tu medida.
Poner la televisión es una forma de desahuciar tu corazón. Cualquiera diría que Dios ha torcido su mirada para no ver su propia creación. Podemos hacer lo mismo. O ver donde nada se ve.
Escribo como si me diera un paseo. No hay forma de escapar de la soledad o la enfermedad. Pero puedes evadirte contemplando el afán de los insectos, el coqueteo de los gatos o el disimulo sin fin de un buen roble. Cualquier encuentro es una oportunidad para hablar con un ángel. No tuercen su mirada hacia ningún teléfono móvil.
No sé adónde voy. Pero voy. Sin tener que salir de esta cuartilla.


Ricardo García Nieto.

lunes, 3 de noviembre de 2014

ALGO SOBRE EL OLVIDO


El olvido es un enterrador al servicio de la necesidad. Ella le señala los cadáveres que han de sepultarse: afrentas, amores, fracasos, odios… Todos en el cementerio de nuestra conciencia bajo una lápida sin nombre.
Pareciera que el olvido nunca está de vacaciones para que no se nos quiebre definitivamente el espíritu.

Sin embargo, este gran enterrador de la historia personal suele fracasar en las fosas de la vida social, del organismo colectivo. Lo que parece enterrado sale a la superficie el día menos pensado. Un pueblo puede soportarlo todo; pero tarde o temprano exigirá justicia. De ahí que las transiciones de un régimen político a otro sean como paréntesis tras los que se purga la deshumanización por vía judicial o revolucionaria. Quienes se creen impunes no consiguen que el olvido haga su trabajo, simplemente distraen a la masa. Fueron tan estúpidos que se comieron el poder otorgado y vivieron en una satisfacción que aparentemente parecía perpetua.

En un plano más elevado, Borges escribió:

“Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios que salva el metal salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.”

Puede que nuestra parte divina sea capaz de recordarlo todo tras la muerte. ¡Quién sabe! Quizá, como en una película, venga a nuestra memoria cada detalle de nuestras vidas y salgan de nuestros sepulcros personales los traumas escondidos y comprendamos el porqué de aquellos complejos, depresiones, adicciones o frenesíes. Vaya, vaya… Fue por aquello… ¿Ha de ser así nuestro juicio final, el infierno o paraíso que nos merecemos?
No lo sabremos hasta que llegue esa hora.

Mientras tanto, los corruptos desfilan en los medios de comunicación. El olvido les puso una zancadilla. Son como hormigas en busca de su propia salvación.


Ricardo García Nieto.