jueves, 1 de septiembre de 2016

EL ÁRBOL


 

Llega un momento en la vida en el que, como si de una película se tratase, recordamos las estupideces con las que hemos creado alarma y preocupación. O las injusticias que hemos perpetrado. Es una etapa que demanda misericordia para con nosotros mismos y aceptación de nuestra oscuridad. En otras ocasiones, he hablado del proceso de auto-construcción personal, que exige una demolición de cuanto hemos sido. Así lo señalaba, acertadamente, Jung, y así hemos de padecerlo. No es necesario morirse para ver el largo tren de nuestros errores. Desdichados aquellos que precisan de la muerte para darse cuenta de sus desaciertos.
Alguna vez, todos habremos de pararnos y aprender de la engañosa quietud de los árboles, cuyo camino es vertical: crecer hacia arriba y hacia abajo.
Las hojas que ascienden hacia el cielo están ligadas a las raíces que descienden a la más densa oscuridad.

Ricardo García Nieto.