Los hombres
buenos nos ayudan a elevarnos, pero no ascienden por nosotros. La sanación de
esta sociedad enferma depende de millones de vuelos ignorados. No se trata de
asomarse a una esperanza entre gemidos y llantos, sino de abrazar el destino
que nos llama desde lo alto, de vivir desprendiéndonos de una mente impuesta.
Que los días que han de venir nos doten de sentido. Que dejen de caer ángeles a
nuestra espalda.
Ricardo García Nieto.