Llegar
demasiado lejos es peligroso. Sobre todo si vuelves para contarlo, porque el
porvenir que te espera será el descrédito, la prisión, la pobreza o la muerte.
Hoy voy a
hablar de uno de esos héroes platónicos que regresaron a la caverna con
descubrimientos que podían haber cambiado la Historia de la Humanidad. Su
objetivo en la vida era lograr la energía libre y gratuita para cualquier
persona en cualquier lugar. Estuvo muy cerca de lograrlo. Y hay indicios más
que notables de que lo consiguió. Aseguraba que cualquier aparato podía
funcionar conectándolo con la energía que proporcionaba la naturaleza, y con
mucha más potencia que cualquier central eléctrica.
Sea como
fuere, aquello era intolerable para las multinacionales de la energía, que
consiguieron encerrarlo en las zahúrdas del olvido.
Se llamaba
Nikola Tesla, un croata de origen serbio, que convirtió a Thomas Alva Edison en
uno de los hombres más célebres y ricos del mundo. Edison no hubiera sido más
que un empresario mediocre sin la colaboración de Nikola Tesla, cuyo destino
fue el de dar fama y fortuna a otros con sus ideas.
Si alguien
pregunta: ¿Quién inventó la radio? Podemos responder: Marconi, por supuesto.
Pues no. En 1943, la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció que su inventor
fue Tesla. Marconi había utilizado 17 patentes de Nikola Tesla para componer su
aparato. Durante años Tesla pleiteó con Marconi sin éxito (Tesla tenía muchos
enemigos) Y no fue hasta después de su muerte cuando se hizo algo de justicia.
No obstante, conforme pasan los decenios, su figura va siendo lentamente
rescatada.
A
principios de 1891, demostró que la energía en general y la electricidad en
particular podía transmitirse de forma inalámbrica. Pero los grandes banqueros,
inversionistas y dueños de multinacionales ya habían comprado las minas de
cobre de medio mundo para producir cables eléctricos.
Tesla era
un incendio que había que sofocar con el pretexto de que podía desestabilizar
la economía mundial, basada en el cobre y el petróleo.
Ideó un
sistema de propulsión mediante electromagnetismo que hubiera acabado con los
motores de gasolina o aquellos otros que tenían que conectarse a una red eléctrica.
El motor magnético, del que tanto se sabe hoy día, simple y económico de
producir, que tan sólo precisa de imanes para su funcionamiento, es su
heredero.
Cientos y
cientos de patentes, la mayoría robadas o intencionadamente desaparecidas,
llevaron su nombre: la radio, la propulsión electromagnética, la robótica, el
control remoto, el motor de corriente alterna, la luz de alta frecuencia con
pastillas de carbono, las bombillas sin filamento, los rayos X, el radar, el
uso de la radiación de fondo de microondas, la transmisión inalámbrica de imágenes,
la extracción de energía libre en cualquier lugar y su transmisión inalámbrica
a través de la resonancia Schumann del espectro radioeléctrico de la Tierra
como medio de transporte… Y otras muchas de las que nunca sabremos nada o que
serán adjudicadas, si no queda más remedio, a cualquier equipo de investigación
debidamente acreditado por nuestros pastores financieros.
Fue el
Leonardo Da Vinci del siglo XX. Pero a diferencia del florentino, tuvo como
enemigos a los monstruos que aún pastorean con nuestras vidas. En el alma de
Nikola Tesla cabía el bienestar de toda una civilización; en el alma de sus
enemigos sólo había lugar para el porcentaje y el dividendo.
Nikola
Tesla murió a los 86 años, pobre y abandonado en una habitación de hotel. El día
que lo encontraron muerto (una más que sospechosa forma de morir para algunos)
el FBI requisó todos sus documentos: cajas y más cajas de escritos y bocetos
con ideas, inventos y patentes que pensaba registrar. Algunos fueron devueltos
a sus herederos, pero varios de ellos siguen siendo, hoy día, documentos
clasificados como secretos de estado. ¿Por qué? Creo que todos sabemos la
respuesta.
Si las
predicciones de la NASA sobre la posibilidad de una futura eyección de masa
coronal del sol (CME: Coronal Mass Ejection) produjera algún día lo que se
conoce como “Evento Carrington” y dañara los circuitos eléctricos, los
transformadores y los sistemas de comunicación durante largo tiempo, tal vez
entonces, para recomponer la civilización, salgan a la luz aquellos
descubrimientos de Tesla que se desacreditaron como fantasías propias de una
novela de ciencia ficción. Pero en ese hipotético caso, la novela de ciencia
ficción se habrá convertido en una novela histórica, una novela histórica que
aparecerá con más de un siglo de retraso.
Ricardo
García Nieto.