ANTES DEL SALTO DE CONCIENCIA

Antes del salto de conciencia, los hombres sólo servían para producir, servir y consumir. Malgastaban su destino. O simplemente se olvidaban de él.
El crecimiento económico era más importante que el espiritual. Nadie tenía a quien orar, ninguna esperanza para más allá de la muerte, ningún proyecto moral.
Los poseedores del dinero lo ponían en circulación para crear burbujas que se hinchaban con el crédito. Luego lo retiraban y se quedaban con todo tipo de bienes: casas, tierras, automóviles, joyas…
Había un mundo al que denominaban “tercero”: continentes en los que se dejaba al ser humano como pasto del hambre, la enfermedad y la injusticia. Eran continentes llenos de recursos naturales cuyos moribundos habitantes no podían tocar.
A la Tierra no se la trataba como a una madre, sino como a una prostituta. Aún las había por aquel entonces.
Recuerdo muy bien cómo comenzó aquel segundo decenio del tercer milenio. Tanto, que hasta me tiembla la mano cuando escribo.


Ricardo García Nieto

LA PROFECÍA

Sólo seremos libres cuando el yo
alcance el odio santo de sí mismo,
y dejemos de ser los personajes
que nos han obligado a interpretar.

Sólo seremos libres cuando logren
su victoria los grandes perdedores.

Ricardo García Nieto

NO SOY SOSTENIBLE

 

No soy sostenible.
No genero ninguna confianza a los mercados.
No soy políticamente nada, ni siquiera correcto.
¿Mi rendimiento? Ni rindo, ni me rindo. Hago lo que tengo que hacer.
¿Competitividad? Muy poca: tengo muy presente que algún día me moriré.
¿Viabilidad financiera? Mínima: no trafico con la esperanza de nadie.

La luna aguanta la respiración cada vez que la miramos.

Tal vez, para ganar el mundo, antes haya que perderlo.

Ricardo García Nieto.