sábado, 7 de junio de 2014

VIENE A NOSOTROS SU REINO

Amanece. Los hombres de rebaño se levantan de sus camas y se lavan el cerebro para convencerse de que viven en un país justo. Sonríen frente al espejo, intentando parecer felices. Hay estelas en el cielo y amoniaco en los alimentos. Se gana poco, se pagan muchos impuestos, los bancos cobran por cualquier idiotez y se acepta un despotismo gubernamental, que ni siquiera es ilustrado. Mediante la televisión, la mediocridad se ha instalado en cada casa con sus maletas llenas de trofeos deportivos y fotos de la realeza. Allá donde se fije la vista habrá un anuncio publicitario; allá donde se ponga el oído resonará la opinión de un mercenario. Poco que ver u oír. Los ilusionistas y los ilusos están unidos por un yugo invisible: parecen estrellas binarias. Rimas no buscadas.
Pasan las horas sin que la pobreza descanse. Los políticos piden tranquilidad cuando exigen mansedumbre. Y al hacerlo justifican el Mal. Viene a nosotros su reino.


Ricardo García Nieto