Hay muchos meses de retraso entre
la libertad otorgada (lo que creemos elegir) y la planificación psicológica (lo
que se nos ha condicionado a hacer). Para eso están los estrategas de los
gobiernos (dos partidos que se alternan) y los medios de comunicación de masas. Todos en una obra de ingeniería
social.
Antonio Blay decía: “Incluso cuando estamos
pensando del modo más racional no nos damos cuenta de que las ideas que estamos
manejando no son nuestras, sino que la mayoría de las veces nos estamos apoyando
en ideas de otros.” Para Blay, lo que hacemos es mezclar ideas ajenas con
propias, poniendo al final la patente de propiedad.
En este sentido, cualquier tertulia televisiva,
cualquier soflama de un periodista a sueldo o mitin político es un bufé libre de
ideas puestas a disposición de nuestro inconsciente. ¿Estás dispuesto a creerte
que estaban en tu naturaleza?
Sólo una labor introspectiva en nuestro psiquismo
puede dar con lo verdaderamente nuestro. El otro, el inquilino olvidado de
nuestro interior, sabe más que nosotros. Y aguarda el encuentro desde siempre.
José Lezama Lima le replicó al padre Ángel Gaztelu:
—De acuerdo, de acuerdo. Hay infierno. Pero he aquí
lo que sucede: ¡está deshabitado! No hay nadie en el infierno y quizá nunca ha
habido nadie.
Sin pretenderlo, Lezama dio con la más terrible
definición de infierno: un lugar donde no hay nadie… Ni siquiera el viajero de
tu interior.
Ricardo García Nieto
La gloria es un lugar apolillado.
Y hacerse de notar, lo más ficticio.
En el poder jamás existe el prójimo.
Y en la abundancia siempre hay escasez
de entendimiento y alma.
Para adiestrar al hombre,
sólo hay que darle el pan de su neurosis.
Verá lo que no existe, soñará
con la gloria, el poder y la abundancia.
Ricardo García Nieto
Intento evadirme e imagino la última
conversación de un capitán antes de que su barco (cualquiera me vale) se rompa
contra un arrecife y se vaya a pique. Digamos que había ordenado un cambio de
rumbo y se había quedado mirando, desde el puente, la negrura del mar, como si la leyera:
-¿Se encuentra bien, señor? –preguntó el segundo de
a bordo.
-Ojalá todo fuera tan fácil como hacer su pregunta
o responderla.
-Sabe que me tiene para lo que precise –aseveró el
segundo.
-¡Qué fácil sería! –exclamó el capitán.
-¿El qué, señor?
-Resolver la vida de una forma limpia y rápida –abrió
el guardapolvos de su reloj de bolsillo y miró una foto de mujer que había en
su interior-… Ponerse en la trayectoria de una bala destinada a quien más ames,
dejar que te atraviesen el corazón en un golpe de fortuna.
El timonel concluyó la maniobra, tres cuartos a
estribor, y la tripulación subió y bajó por todos los palos largando trapo. Un
viento suave fue hinchando las velas.
-Pero hay que persistir –continuó el capitán-.
Aguantar.
-Necesita descanso, señor, permítame aconsejarle
que...
-Guárdese sus consejos.
La secuencia siguiente puede ser intuida por
cualquiera.
Pero nuestro personaje podría ser el paciente de un
psiquiátrico, jugando con la maqueta de un bergantín; un estadista o cualquier
hombre de rebaño soñando antes de levantarse, lavarse el cerebro y sonreír ante
el espejo para creerse feliz.
Ricardo García Nieto