La
paciencia ante la injusticia tiene una dimensión más que trágica. Es un acto de
muerte voluntaria en la que el pueblo es el único protagonista. Se levanta
contra sí mismo. Elige la enfermedad y el frío. No infunde vida: le hace la
autopsia a la generación siguiente. Sin conocerla.
Postergar
la rebeldía cívica frente al latrocinio es peor que nutrirlo.
Es el
agotamiento espiritual de una nación que deja sin derechos hasta a sus propios
muertos.
Nuestra
conciencia deambula como un elefante herido. Nuestra imaginación ya ha sufrido
el primer disparo.
Cuando
lleguemos a ese lugar donde no fluye el tiempo, estaremos condenados a masticar
como liebres nuestros errores .
Hay que
mirar por encima de nuestro cansancio moral.
Sin alas
no es posible salir del infierno.
Ricardo
García Nieto.