Si las estrellas son neuronas y el universo es el sueño de
algún dios, ¿qué pesadilla es ésta que nos ha tocado vivir?
Por otro lado, si nuestras neuronas son estrellas y dentro
de nosotros cabe otro universo, alguien podría estar haciéndose esta misma
pregunta en un recóndito callejón de nuestra mente.
En una ocasión, hace ya mucho tiempo, bajé al infierno y lo
encontré desierto. Aquel inmenso y
frío páramo no era más que un estado de conciencia. Nadie me juzgaba desde lo
alto: yo hacía de juez en mi propio Juicio Final.
A veces el corazón pesa demasiado, otras es liviano como una
pluma. Aciertos y errores se van turnando en él como pájaros en un árbol.
Tengo la convicción de que no hay mayor castigo que el que
nos imponemos a nosotros mismos. Más allá de nuestro sueño, no hay condena
posible.
Al despertar, todos cabremos en el Paraíso.
Ricardo García Nieto