Si el
tiempo sólo sabe mirar delante de sus pies; si la memoria falla y se inventa
los recuerdos; si el porvenir es un camposanto de sueños incumplidos; si las
voces y miradas que nos llegan nos acusan de ser distintos; si lo somos y aún
lo ignoramos, o si lo sabemos y nos maldecimos por ello… Tal vez debiéramos
mirar la luz de alguna vela, la gota de fuego que no cesa, sentir que en su
interior tenemos nuestra casa, el único lugar donde nada es mentira.
El mundo
seguirá afuera con sus sombras cargadas de razón.
La humilde
llama de una vela podría ser el útero del que nacer siempre que quisiéramos.
Sólo hay
que apagar el tiempo.
Ricardo García Nieto