Hoy
procuraré hacer poca literatura. El otro día supe de una de tantas mujeres que
se quedó sin trabajo y no pudo pagar su hipoteca. El banco embargó su casa y la
sacó a subasta. Y ese mismo banco la compró por la mitad del valor en que la
tasó. La mujer, sin casa, sin trabajo y con la mitad de la deuda aún por pagar,
se hundió en una profunda depresión que casi la condujo al suicidio. En idénticas
circunstancias se encontraba el hombre que hace unas semanas se ahorcó en un
parque público frente a su domicilio. Insisto: sin trabajo y con una casa
embargada de la que acababan de echarle y cuya hipoteca debía seguir pagando.
Varios suicidios, muchos, se producen a diario en España por la misma causa.
Dicen que
el sistema financiero español es garantista. Sí, pero para los bancos; nunca
para el ser humano.
Las
entidades financieras aparecen en los medios de comunicación con esa sonrisa
melosa de quien apuesta por el futuro y de quien anima a los hombres a embarcarse
en sus sueños. Aparecen en la televisión con la misma soltura con que lo hacen
en los juzgados para empujar a los seres humanos al abismo. Y con la misma
sonrisa con la que reciben de nuestros gobernantes cientos de miles de millones
de euros para tapar los agujeros contables de su ambición y codicia.
El actor
que pone esa sonrisa en cualquiera de los anuncios televisivos sale del estudio
de grabación y se va a su casa, que tal vez esté hipotecada y algún día será
embargada. Su mueca, tan dichosa como profesional, es el reflejo del rostro
satisfecho de quienes le contrataron, aquellos que se sientan en los consejos
de administración con sueldos tan altos como la luna. Quién sabe si una luna de
sangre.
No debiéramos
olvidar nunca que en esos consejos de administración hay -además de banqueros-
personajes que son o han sido políticos y sindicalistas, prohombres que se
preocupaban por el bien común.
Se reúnen
alrededor de una gran mesa y sonríen. Toman decisiones y sonríen. Rubrican los
oportunos documentos y sonríen… Ningún gobierno establecerá un Estado de Alarma
para forzarlos a devolver los cientos de miles de millones de euros que, para
evitar la quiebra de sus bancos, salieron de los impuestos de los que se
suicidan o no en este país.
Ricardo García Nieto