Por encima
del sonido de los cascabeles de los renos, por encima de las voces que entonan
cualquier villancico, del amable soniquete mediático que invita a consumir a
cualquier precio, suena el martillo de la deuda soberana sobre el yunque de la
pobreza, el estrépito interior de los que se quedan sin techo, el fragor de la
corrupción política y financiera, y ese crujir de huesos que se rompen, que es
el de nuestros derechos fundamentales.
Nunca como
ahora se ha vertido tanto estiércol en nuestros hogares a través de las
distintas cadenas televisivas: chismorreos sobre celebridades, griterío de pájaros
y pájaras de mal agüero, apelaciones al instinto y a lo más irracional de cada
ser humano.
Fútbol y
miseria. Glándulas mamarias operadas y miseria. Partidos políticos que hacen
como que hacen y miseria. Y todo tipo de invitaciones a jugar y a jugar para
salir de la miseria.
Nadie
puede otorgar o quitar al hombre su libertad. Nadie puede manosear el afán de
justicia o belleza. Nadie nos habita por dentro.
El martillo
de la próxima Navidad resuena y resuena hace ya mucho tiempo en nuestros oídos.
Sólo hay que querer oírlo.
Ricardo García Nieto