Cuando mis pensamientos cesen, oiré los de Dios. Mientras tanto, veré
un mundo injusto, sucio y cruel. Un mundo que pretendo vestir con mis palabras,
pero que es irreal.
El lujo de los prescindibles, la prepotencia de los mentirosos o el dinero
atesorado por los peores, desaparecerá cuando mis pensamientos cesen.
En la pantalla, graznan los tocados por la abominación del poder. Los
que quieren hacernos a la imagen y semejanza de un esclavo.
Allá, en el mar, las olas seguirán sumándose y restándose las unas a
las otras hasta el último día.
Ricardo García Nieto