La primera vez que supe una verdad, sentí que el mundo me era hostil.
La segunda vez, sospeché de quienes me rodeaban.
La tercera vez, dudé de mí mismo.
Ahora
que soy consciente de que la mentira ha sido el alimento con el que se
nos ha saciado desde niños, forcejeo con cuantos demonios me encuentro.
Forcejeo. Como si bailara con ellos.
Ricardo García Nieto