Creo que participo en un juego cuyas reglas desconozco, que
me faltan datos, que sólo veo pequeñas olas en el agua y no las poderosas
corrientes que por debajo se mueven. Es el mar de los rostros. Y me quedo a la
orilla. Lo mismo me pasa con las noticias que destilan los medios de comunicación: no atisbo el horizonte de sucesos, sino la calculada
conmoción que ha de producirse. Y me quedo a la orilla. Igualmente me sucede con los valores y la ética
que se propagan como un incendio sin fin. Me quedo a la orilla de ese océano de
fuego, de ese nuevo orden que habrá de calcinarnos.
Creo que participo en un juego cuyo objetivo es que
convirtamos los espejismos en leyes y las ensoñaciones en realidades cotidianas. Un juego en el que
somos adiestrados para el desconocimiento.
Ricardo García Nieto