miércoles, 13 de mayo de 2009

LOS DOS CEREBROS DE SAN JERÓNIMO

Caravaggio utilizó al mismo modelo para su San Jerónimo en meditación  y su  San Jerónimo escribiendo. Pocos pintores han estado a su altura a la hora de plasmar dos actividades del cerebro tan dispares. El primero de los Jerónimos parece estar mirando hacia adentro, como ligándose a lo más alto, a lo celeste, a lo divino. El segundo fija su mirada en el libro, como si la enfocara a lo terrestre, a las mieses del mundo.
Mente lunar y mente solar. La una reflejando, como la luna, una luz que no es suya, que viene de otro sitio; la otra proyectando, como el sol, su propia claridad, lo que ha de quedar escrito. Dos formas de ser, buscando un ser sin forma. 

Pero los dos Jerónimos son el mismo hombre. El uno da, el otro recibe. Y la presencia de la muerte los unifica. ¿Quién es San Jerónimo en estos lienzos? Un alma como la tuya o la mía: la energía que conduce un insignificante cuerpo hacia la contemplación y la acción.

Los cambios que se producen en el mundo suceden primero en el interior de los hombres. Todo cambio hacia un estado superior de conciencia supone un acercamiento al alma, a ese pasajero que llevamos adentro y que trae al mundo una lección aprendida hace milenios. Si no lo escuchamos, estaremos abocados a ir en contra de la Providencia.

Lo de arriba es abajo al igual que lo de abajo es arriba. El peligro es quedarse al margen.


Ricardo García Nieto