A mis casi cincuenta años de edad, sigo educándome para
crecer hacia adentro, como el océano. Crecer hacia fuera, como las lágrimas, es
quedarse en el infierno de la corrupción, la pobreza, el hambre y la
injusticia. Sacaré de mi interior las pocas palabras que me queden para
hacerles frente. No tengo otra cosa. Tal vez, ni siquiera sea otra cosa. Algo
superior a mí me dirá, como siempre, cuándo es el momento de escribirlas.
Mientras tanto, permaneceré ausente. Volveremos a encontrarnos. Somos nubes. El
incendio hará que nos sumemos las unas a las otras.
Ricardo García Nieto