Cada vez
que piensas, estás tejiendo algo que puede sanarte o enfermarte. Los
pensamientos son como plantas: las hay curativas y las hay venenosas. Urge tener
muy claro que la mente no es el alma. Los guaraníes de Uruguay decían que el
alma es el sol que está adentro. Me fascina esta metáfora. Creo que somos como
estrellas errantes de cuerpo en cuerpo. Lo triste son las estrellas que caen.
En las oligarquías de hoy, por ejemplo, se
impone una visión del mundo para que el individuo no deje de moverse ni física
ni mentalmente. El mensaje subliminal es obvio: “olvídate de ti mismo para ser
otro”. O lo que es lo mismo: “compite, obedece y muérete”.
Ese sol interior es, entonces, como una estrella que cae. Una oportunidad perdida en el ancho páramo de la eternidad.
Hay que estar atentos: aquello que no vemos en política es lo que va a condicionar nuestras vidas; aquello que no vemos dentro de nosotros es lo que puede redimirnos.
Sé que en este mismo instante hay una estrella que cae. Pero me fijo en algo que también dijeron los guaraníes cuando vieron por primera vez el papel:
-Es la piel de Dios.
-¿Por qué?
-Porque podemos enviar mensajes con él.
Ese sol interior es, entonces, como una estrella que cae. Una oportunidad perdida en el ancho páramo de la eternidad.
Hay que estar atentos: aquello que no vemos en política es lo que va a condicionar nuestras vidas; aquello que no vemos dentro de nosotros es lo que puede redimirnos.
Sé que en este mismo instante hay una estrella que cae. Pero me fijo en algo que también dijeron los guaraníes cuando vieron por primera vez el papel:
-Es la piel de Dios.
-¿Por qué?
-Porque podemos enviar mensajes con él.
Jamás
hemos dispuesto de tantos medios para enviar mensajes. Jamás hemos sido tan
necesarios para que las estrellas no pierdan su rumbo.
Ricardo
García Nieto.