Cuando un país cansado,
calladamente ardiendo,
se mira en el espejo de unos
pocos políticos
y se cree que es más digno,
ferozmente más bueno,
legislando en caliente para
echar a los mismos,
los
míseros de siempre,
cuando un país así, alegremente
enfermo,
amontona con mimo unos cuantos
escrúpulos
para prenderles fuego y
sentirse correcto,
correcto hasta zafarse de su
pulso,
de su antigua adicción a lo
hermoso y lo justo,
cuando un país así de oscuro y
sonriente
hace suyas las leyes,
las leyes de la usura, y salta
y se contenta
como si fuese un perro
adiestrado en la pena,
un esclavo feliz cuyos músculos
ladran,
cuando un país faldero se queda
sin su falda,
se duerme y no despierta.
Vislumbras su destino y cómo se
le escapa.
Ricardo García Nieto