Vivimos en un país de dolorosa fábula:
1) Un país cuya deuda es
impagable. Una deuda que se creó con dinero ficticio para cobrarse bienes y
trabajos (cosas y esfuerzos) no ficticios.
2) Un país cuya constitución fue
reformada para que el pago de esa deuda fuese prioritario sobre el bienestar de
sus ciudadanos. En otras palabras: una constitución que antepone los intereses
de los bancos extranjeros sobre los derechos de los seres humanos a los que
somete.
3) Un país cuyos políticos votaron
a favor de esa reforma constitucional y la tramitaron con urgencia.
4) Un país cuyo rey firmó: “Mando
a todos, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta Reforma
de la Constitución como norma fundamental del Estado”.
5) Un país de sujetos pasivos, que
jamás podrán negociar esa deuda blindada por su “ley de leyes”.
6) Un país de siervos complacidos,
en alto grado, con la banalidad que emana de los medios de comunicación.
Como sociedad, estamos practicando una muerte. Sólo si somos
conscientes de nuestra podredumbre, propiciaremos nuestro renacimiento.
Ricardo García Nieto