jueves, 29 de enero de 2015

¿QUÉ ES LA MUERTE?



 
¿Qué es la muerte? Posiblemente, cuando la experimentemos, nos demos cuenta de que estamos muy vivos, que seguimos evolucionando sin esta pesada escafandra que llamamos cuerpo, fuera de las tres dimensiones en las que nos movemos y en un “no tiempo” donde presente, pasado y futuro suceden simultáneamente.  ¿Quién puede demostrarlo? Nadie. Las experiencias internas que te lo advierten no son objetivables: no es posible trasladarlas fuera de sí para ponerlas a la vista de todos. Quien es bendecido por este poderoso trance juega con ventaja: no necesita la loca posesión, el aferrarse a toda costa a objetos, seres y reputaciones. El resto hemos de conformarnos con la intuición y navegar en el caos (ese orden que no vemos).
Las ciencias (humanas y no humanas) nos dicen cómo es el mundo; las creencias religiosas, cómo prepararnos para la muerte. Pero quizá sean los sueños los que nos avisen de cómo podría ser esa nueva vida en el más allá, pues ¿no acaece en ellos la inmaterialidad del cuerpo, la ausencia de dimensiones espaciales y el “no tiempo”?
Si la conciencia individual se circunscribe al mundo, sabremos mucho del mundo. Si se adentra en lo inconsciente, conoceremos al hombre. Y si prosigue más allá del mundo y del hombre, nos aproximaremos a lo divino.

Escribía San Juan de la Cruz:

Yo no supe dónde entraba
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Hay ángeles caídos dentro de nosotros. Ignoran que cayeron en el Bien porque sólo se creen lo que ven nuestros ojos.
No hay que ganarse la vida para ser un muerto; eso es ganarse la supervivencia. Hay que ganarse la vida para mirar más lejos.

Ricardo García Nieto



sábado, 24 de enero de 2015

UNA CUESTIÓN DE ÓPTICA



Más que hablar, se seduce. Más que mostrarse, se posa. Más que ser, se pretende ser. Vivimos en una permanente selección de actores. Y todos se creen su papel.  Los modelos psicológicos se han vuelto publicitarios. Y –lo peor de todo- nadie ve a nadie como es; sino como se lo imagina. Es un problema de óptica moral o espiritual. A veces, nos empeñamos en que las personas son como anhelamos que sean, y les atribuimos nuestros dones. Y se convierten en objetos que queremos poseer: es mi guía, es mi amor, es mi líder carismático. La proyección, en cualquier caso, está abocada a la decepción: no da el perfil, no es lo que esperaba… Y hasta puede transformarse en rabia: maldito sea, hay que acabar con él…
Hoy día, en este mundo ilusorio hecho a la medida de los ilusos, juzgar a una persona es de lo más fácil: ni siquiera hay que pensar. Nos basta con nuestro despecho o con la energía psíquica de quien la critica con saña.
Cuando alguien me da una versión, tiendo a pensar en la versión del ausente. Cuando alguien me habla mal de un tercero, suelo entreverle la bondad sustraída. La lógica de lo cotidiano nos ayuda a discernir. Pero hay algo más. Igual que la gacela huele al tigre sin verlo, podemos presentir el mal que se nos procura. O las liturgias que a nuestra costa se hacen en el lado numinoso de la existencia. Nuestra vida psíquica es más grande de lo que nos figuramos.
La venganza siempre es contra uno mismo. Los malos deseos hieren el alma propia antes que la dignidad o la piel ajena.
La vida es una oportunidad para que cada cual afronte su destino. No se puede perder truncando el de los demás.


Ricardo García Nieto. 

domingo, 18 de enero de 2015

ALGO SOBRE EL MAL



Si yo crease un mundo en el que imperase el Mal, me sentiría muy culpable y haría cualquier cosa –hasta convertirme en un Cristo- para bajar a ese orbe mío y redimirlo. ¿Para qué engañarme? Es lo que hago en cada novela que escribo: me encarno, ungido, en uno o varios personajes, salvo mi mundo y me salvo yo. Ojalá fuese tan fácil obrar así en la realidad de cada día, de la que no somos creadores… ¿O sí?
Hay quienes venden su alma al diablo para llegar al reino de los cielos. Los veo cada día: subastan humo y compran arena. En literatura, todos los diablos son impostores, y en la vida cotidiana, pobres, muy pobres diablos. Por eso hay que tener mucho ojo con lo que no vemos: al verdadero inframundo se llega por nuestros corazones. Por allí se cuela la más alta bondad y el más radical de los males.
Cuando Hannah Arendt acuñó el concepto de “banalidad del mal”, hacía hincapié en el “no pensar” de los asesinos nazis que, como Eichmann, cumplieron con sus obligaciones administrativas: llevar a los judíos a los campos de concentración. No pensaban en las consecuencias de lo que hacían.
A mi parecer, para pensar hace falta corazón.

Ricardo García Nieto.

sábado, 17 de enero de 2015

¿POR QUÉ HEMOS DE SER LIBRES?



Saberse  fuera del territorio te hace pisarlo con más fuerza. Ser consciente de tus pies en el barro te hace ver más allá de las estrellas. Desde niño tengo la sensación de que hemos sido arrojados sobre el mundo. Caídos por alguna razón y con algún objetivo. Es una intuición que adquiere carácter de certeza personal tras algunas experiencias que ahora no vienen al caso.  Como escribió Rilke, haber sido terrestre es irrevocable. Y lo definitivo es que estamos aquí: escribiendo en el teclado y leyéndonos en una pantalla, latiendo, respirando, imaginando… Dejando que el inconsciente haga su trabajo. Sí, ese océano interior que llamamos inconsciente. Sigmund Freud lo vació de lo numinoso y sagrado para llenarlo con lo sexual, y así hacerlo relativamente mensurable. Y se convirtió en el dogma de los adiestramientos a los que la masa ha sido sometida durante el pasado siglo. Apelando a las emociones más primarias, la publicidad ha hecho sus negocios, la propaganda sus hijos y la política sus esclavos. Sólo así puede explicarse un fenómeno como el nazismo. En una de sus últimas cartas, Jung escribió al respecto: “Todavía no nos damos cuenta de que cuando un arquetipo se encuentra inconscientemente constelado, y no es comprendido conscientemente, estamos poseídos por él y forzados a cumplir fatalmente su destino”.
¿Cuál es el arquetipo que ahora opera desde dentro de nosotros sin que lo sepamos? ¿Acaso nos hemos asomado a verlo? Hay que ser muy valiente para sentir el miedo que provoca. La sangre se hiela cuando te aproximas a él.
Es la gran prueba iniciática de nuestra vida. Y podemos pasarla a cualquier edad: de adolescente o de anciano. Pero si la obviamos, si queremos permanecer confortablemente en nuestras vidas, ese habitante desconocido nos poseerá hasta convertirnos en fanáticos, consumistas compulsivos, coleccionistas de amores o extravagantes recolectores de personas o cosas. Así está el mundo.
Carl Sagan –cito de memoria- decía que el ser humano era la forma que tenía el cosmos de ser consciente. Para la tradición alquímica, “el hombre debía terminar la obra que la naturaleza ha dejado incompleta”.
Quizá por eso estamos aquí, quizá para eso hemos de ser libres.

Ricardo García Nieto.


domingo, 11 de enero de 2015

MORDAZAS




Las mordazas del inconsciente suelen convertirse en leyes y acabar en la boca de quienes precisan con urgencia expresarse.
Las mordazas del inconsciente… Podemos verlas en la sombra de cualquiera. Cuanto más las ignoremos más influirán en nuestras vidas.

Ricardo García Nieto.


sábado, 3 de enero de 2015

VENCEMOS AL SER VENCIDOS


 
Estamos a mitad de camino entre las bestias y los ángeles, entre la zoocracia y los espíritus más puros. A lo largo de nuestra vida, nos movemos entre ambos polos. A veces ascendemos desde la animalidad a la pureza de conciencia; a veces descendemos para volver a elevarnos. La inercia, en cualquier caso, siempre es hacia arriba. A no ser que nos obstinemos en tocar fondo.
Regresamos y encontramos lo que siempre buscábamos; releemos un libro veinte años después y descubrimos tesoros que nos pasaron inadvertidos en la primera lectura; jugamos con los niños y hallamos la sabiduría que hemos perseguido durante decenios de estudio. Pero siempre logramos lo que debíamos alcanzar. Ni más ni menos. La imaginación pone metas que las emociones acercan o alejan engañosamente. La realidad siempre es otra. Y mucho más hermosa si la miramos con el corazón limpio. Los errores nos hacen mejores si no nos empeñamos en repetirlos. No hay batalla que dure toda una vida. Vencemos al ser vencidos.


Ricardo García Nieto.