Saberse fuera
del territorio te hace pisarlo con más fuerza. Ser consciente de tus pies en el
barro te hace ver más allá de las estrellas. Desde niño tengo la sensación de
que hemos sido arrojados sobre el mundo. Caídos por alguna razón y con algún
objetivo. Es una intuición que adquiere carácter de certeza personal tras
algunas experiencias que ahora no vienen al caso. Como escribió Rilke, haber sido terrestre es irrevocable. Y
lo definitivo es que estamos aquí: escribiendo en el teclado y leyéndonos en una
pantalla, latiendo, respirando, imaginando… Dejando que el inconsciente haga su
trabajo. Sí, ese océano interior que llamamos inconsciente. Sigmund Freud lo
vació de lo numinoso y sagrado para llenarlo con lo sexual, y así hacerlo
relativamente mensurable. Y se convirtió en el dogma de los adiestramientos a
los que la masa ha sido sometida durante el pasado siglo. Apelando a las
emociones más primarias, la publicidad ha hecho sus negocios, la propaganda sus
hijos y la política sus esclavos. Sólo así puede explicarse un fenómeno como el
nazismo. En una de sus últimas cartas, Jung escribió al respecto: “Todavía no
nos damos cuenta de que cuando un arquetipo se encuentra inconscientemente
constelado, y no es comprendido conscientemente, estamos poseídos por él y
forzados a cumplir fatalmente su destino”.
¿Cuál es el arquetipo que ahora opera desde dentro de
nosotros sin que lo sepamos? ¿Acaso nos hemos asomado a verlo? Hay que ser muy
valiente para sentir el miedo que provoca. La sangre se hiela cuando te aproximas a él.
Es la gran prueba iniciática de nuestra vida. Y podemos
pasarla a cualquier edad: de adolescente o de anciano. Pero si la obviamos, si
queremos permanecer confortablemente en nuestras vidas, ese habitante
desconocido nos poseerá hasta convertirnos en fanáticos, consumistas
compulsivos, coleccionistas de amores o extravagantes recolectores de personas
o cosas. Así está el mundo.
Carl Sagan –cito de memoria- decía que el ser humano era la
forma que tenía el cosmos de ser consciente. Para la tradición alquímica, “el
hombre debía terminar la obra que la naturaleza ha dejado incompleta”.
Quizá por eso estamos aquí, quizá para eso hemos de ser
libres.
Ricardo García Nieto.