No es que
clames en un desierto; es que te vas a tu desierto a clamar para que nadie te
oiga. No es que te engañen; es que prefieres creerlos para no enfrentarte a la
realidad tal cual es. No es que te ignoren; es que te mataron hace tiempo y
sigues caminando como un fantasma al que muy pocos ven.
Rozar la
libertad es soltarla. Acordarte de tu dignidad significa que la perdiste un
día. La culpa que han puesto sobre tus hombros rinde beneficios lejos de ti, de
tu familia, de tu gente. Hacerla tuya será una deuda que habrán de saldar tus
hijos. Quizá tus nietos.
Los
débitos psicológicos, morales y económicos, la usura espiritual y física, hacen
del futuro el pan de cada día. Es un pan que no nutre; es un pan que roba.
Quienes te lo ofrecieron se alimentan de tu sufrimiento.
Venir al
mundo con un pecado original tiene mucho de préstamo hipotecario.
Tu pecado
original fue creértelo. Lo mismo que ahora te crees lo que te cuentan por
televisión.
Los
desiertos se heredan para que puedas clamar sin que nadie te oiga.
Ricardo
García Nieto