No
estoy aquí. Nunca lo estuve. Mi rostro es la escafandra que me dieron.
Mi cuerpo, un alargado pie de página. Del fondo de mi sombra viene el
eco. Te escribo.
Estamos
siendo sometidos. Nos indignamos. Pero esa fuente de energía debe ser
dosificada. No la malgastes por tu propio mal. Que fluya como los
movimientos de una partida de ajedrez. Empieza a ser libre. No dependas,
salvo de quien ames. No le des tu corazón a los profetas del dinero y
la política. Es tu elección. Arroja de tus hombros la culpa de quienes
te han conducido hasta aquí. Sé firme sin furia. Implacable sin
sufrimiento. Tenaz sin dolor. Sé libre por mucho que no quieran. Tu
salvación individual será la de todos. Y hay muchos modos de hacerlo.
He
sacado mi rabia con los años. Ella es como un niño maltratado. No hay
culpables. Miro a ese niño y lo convenzo. No cometerá mis errores.
Ricardo García Nieto