Hay reglas de juego que no
conocemos. Me refiero a este pasatiempo de estar sobre el mundo. ¿Integración o
resistencia? ¿Fidelidad o huida?
Cualquier muerto es mejor que
yo, sea cual haya sido su vida. La aventura de su metamorfosis, de su viaje al
más allá, le hace más grande. A él, sea quien sea, le debo el intentar que mis
quehaceres tengan sentido. No podemos derrochar lo que él perdió, el tiempo que
le condujo a la eternidad.
Vivir en un país de estúpidos
modelos no nos libra de la sagrada obligación de superarlos. El simple hecho de
poner la mirada en lo alto ya supone una revolución personal. Es una idea que
me ronda por la cabeza muchos años:
Cuanto más lejos
estoy de aquello,
aquello
está más cerca de mí.
Pero
¿qué será aquello?
Recibimos
las luces y las sombras del ámbito místico, lo repentinamente perfilado sobre
las tinieblas, pero no alcanzamos a ver la totalidad.
En
el mundo espiritual se pueden producir saltos, iluminaciones, súbitas
conversiones... En el mundo material, tangible y económico, todo es más gradual
y progresivo, como la inflación, y han de deshacerse los caminos con el mismo
esfuerzo con el que se hicieron. A periodos de expansión X siguen periodos de
contracción Y.
En
el ámbito del ser, del espíritu o del "sí mismo", las transiciones
pueden ser desmedidas, casi, casi milagrosas:
Cuanto
más lejos estoy de lo sublime,
lo
sublime está más cerca de mí.
La
cuestión se reduciría al siguiente planteamiento: ¿somos llevados hacia el
sentido o es la significación la que viene a nuestro encuentro?
Michio Kaku,
el eminente físico, ha utilizado un “semi-radio primitivo de taquiones” (que
son partículas teóricas capaces de “despegar” la materia o el contacto de vacío
con ella. El universo ya no influye. La materia a escala subatómica, en este
experimento, se comporta de forma distinta a lo esperable en el caos absoluto.
Sólo existen reglas impuestas por alguien o algo.
Seguimos
una especie de programación.
El libre
albedrío se mueve en un estrecho cauce.
Cualquier muerto lo sabría.
Ricardo García Nieto