Todo se
sostiene mientras se derrumba.
¿Qué hemos
hecho mientras dormíamos? ¿Qué hemos hecho en nuestro sueño colectivo para
llegar hasta aquí? ¿En qué nos hemos equivocado? ¿En elegir a unos podridos
representantes? ¿Sólo en eso?
Me lo
pregunto porque percibo en el aire una resurrección: emanaciones de aquí y de
allá, sentimientos de renovación cuando no de cólera.
Nos consta
que cuando los gobiernos corruptos cuadran sus cuentas, dejan tras de sí algo
más que tragedias singulares: la aniquilación de la esperanza y el vacío mental
de una sociedad, a la que se nutre con estiércol, bajos instintos y recelos de
unos grupos sobre otros. Pero vemos más lejos. Si escuchas a alguien expresarse
en lengua extraña, puede que te informes mejor sobre la disposición de su alma
que entendiendo las palabras que dice. Este tipo de intuiciones se multiplica
día a día cuando escuchamos a nuestros políticos. Se desnudan sin saberlo cada
vez que hablan. Éste es el síntoma más claro del cambio al que estamos abocados
como estado.
La
hibernación nos ha regalado una segunda mirada.
Ricardo
García Nieto