viernes, 27 de enero de 2017

LO QUE NO SE ESCAPA



Una idea que me acompaña desde la infancia: callarse una verdad es tan deshonesto como decir una mentira. Nada deja de existir por mucho silencio que se le arroje; las sombras no bastan para ocultar el fuego.
La infancia persiste decenios después con sus ventanas abiertas. Y cada vez que escribo, me las veo con Dios: no se escapan ni las estupideces. Todo retumba en el papel.
Esta tarde, la lluvia se llevó todo el ruido de mi mente. Sabía más de mí que yo.

Ricardo García Nieto.

lunes, 23 de enero de 2017

UNA FOTOGRAFÍA



Recién cumplidos los 54 años, uno se hace una fotografía como quien se mira en un espejo. El niño no murió en el adolescente, ni el adolescente en el hombre. Creo que somos el mismo ser bajo el disfraz de los días y los hechos. Hace 35 años escribí que éramos jóvenes milenarios en el tiempo terrestre. Cada vez estoy más convencido de ello.


sábado, 21 de enero de 2017

LA TORMENTA



El mar levanta muros que de inmediato se desmoronan. Nuestro viejo navío sube y baja sobre la espuma. En mi camarote se caen los libros. El capitán sube al puente con aire de despreocupación y ordena mantener el rumbo.
-Las tormentas son como los cigarrillos -dice, encendiéndose uno-: se consumen.
Hay risas y un intercambio de voces en una jerga extraña.
Unas horas después, la tormenta parece agotarse. O simplemente se va en dirección contraria a la nuestra, cobrando más fuerza si cabe. Nunca lo sabré. En circunstancias adversas, el capitán y sus oficiales se convierten en un círculo esotérico. Igual que los gobernantes tienen su liturgia y teología del dinero, los navegantes la tienen del horizonte y las olas. Los demás somos como fantasmas, meras apariencias incapaces de discernir.
Al día siguiente tocamos puerto y desembarcamos. Pisé de nuevo el siglo XXI, su publicidad narcótica, sus grotescos ocios, sus hombres convertidos en máquinas. Almas manoseadas y en venta. Tuve la sensación de haber dejado atrás una tormenta para adentrarme en otra.
Tras la ventanilla de mi taxi, cruzan la calle vivos y muertos sin que se perciba el abismo que los separa.

Ricardo García Nieto.