¿Qué podemos hacer con lo que no fuimos? ¿Lo dejamos pasar
por nuestra mente como si de una bandada de pájaros se tratase o lo sujetamos
con las pinzas de nuestra atención? Todo está ahí, al cerrar nuestros ojos, en
ese lugar fronterizo entre el sueño y la vigilia: lo que debió de suceder y lo
que no, lo que se nos dio y se nos quitó, quienes nos maldijeron y bendijeron.
Seres y azares. Podríamos creer que nos hemos quedado en el otro, el que nunca
sospecharíamos que sería, el que sueña cada noche con el lado impar del
universo. Pero nos equivocaríamos. Nuestra vida es la que es. Y hemos padecido
mucho para que sea precisamente así. La que se anhelaba fue una condición para
que tuviésemos ésta.
Hay una fuerza feroz que nos conduce, un arquetipo que nos
empuja, un fulgor que nos ciega para ver más claro. Caminamos sintiéndonos
dueños de nuestros pasos. Pero da igual quién dejó las huellas, los libros, las
batallas, los soles y las sombras. Lo que importa es la verdad que nos aguarda
más allá del tiempo.
Ricardo García Nieto.