Recién
cumplidos los 54 años, uno se hace una fotografía como quien se mira en un
espejo. El niño no murió en el adolescente, ni el adolescente en el hombre.
Creo que somos el mismo ser bajo el disfraz de los días y los hechos. Hace 35 años escribí
que éramos jóvenes milenarios en el tiempo terrestre. Cada vez estoy más
convencido de ello.