La luz da
mucho trabajo. La claridad de pensamiento te impele a la acción, que muchas
veces consiste en no hacer nada. Esforzarse en la quietud es ser espectador de
uno mismo. Y puede agotar tanto como levantar una casa o una cuenta corriente
ante los demás.
La luz nos
recuerda que somos como delfines: que hemos de asomarnos al mundo para después
sumergirnos a lo más hondo.
La
costurera, que medita entre puntada y puntada, se adentra en el océano de su
tela.
A veces
cosemos nuestra propia sombra sin darnos cuenta.
Ricardo
García Nieto