jueves, 20 de mayo de 2010

EL FEROZ BINOMIO


Las fuerzas que nos superan no debieran ser mayores que la de nuestro propio destino. Y mucho menos los afanes y ambiciones que se nos imponen cotidianamente.
Hace ya casi un siglo, en 1918, El escritor italiano Giovanni Papini advertía que en Europa había triunfado "el culto del feroz binomio: Máquina y Moneda", añadiendo en su obra "La escala de Jacob", de 1932: Se peleó por la libertad del mundo, y el mundo está encadenado por los pocos que tienen en sus manos el hierro y el oro; se peleó por la democracia, y los hombres se encuentran a merced (…) de minorías plutocráticas en el Occidente; se peleó por ser más ricos y hoy somos más pobres, salvo unos pocos enriquecidos (…); se peleó con la esperanza de no pelear más, y la guerra sigue todavía en todos los frentes...
Las palabras de Papini son tan vigentes como la fuerza de la gravedad. Con respecto a la historia del hombre, podríamos hablar de constantes y variables, como en Física, y ante las perversas constantes del género humano, poner las variables del genio y la santidad del individuo. Papini así lo hizo. Para él no existía otro modo de beatitud que no fuera la del genio o la del santo. Y como escritor y pensador participó de la primera de ellas.
Todos somos genios y todos somos santos en nuestro viaje personal por este mundo. Si la inercia del feroz binomio, del consumo y la producción, sustituye al empuje del destino individual, nuestra nave, que siempre ha navegado con soltura en el caos, podría ser aplastada por los hielos de un mar al que no pertenecemos. En los océanos de nuestro interior hay un rumbo mucho más seguro: el anhelo de justicia.

Ricardo García Nieto