martes, 18 de mayo de 2010

LA HONORABLE LEGIÓN



Los supervivientes del fuerte de Zinderneuf se defienden con sus cadáveres. Asediados por hordas de tuaregs, colocan a sus compañeros muertos detrás de las almenas. Los defensores parecen ser más de los que son, y el enemigo desiste de su conquista, desapareciendo tras las dunas del desierto.
Este relato de Percival Wren (Beau Geste, 1924) podría evocar a cuantos seres queridos y desaparecidos dejaron huella en nosotros.
Y es que nos sigue una legión de muertos que defienden nuestra minúscula posición en el mundo: familiares, amigos, maestros… Nos ayudaron a formarnos y a experimentar; nos acompañaron en juveniles aventuras y nos aconsejaron; nos amaron y nos ayudaron a distinguir lo bueno, lo bello y lo justo. Están ahí, con su fusil en ristre, tan invisibles como la voz de la conciencia, disparando contra un enemigo ignoto.
También nosotros, con el paso de los años y con la muerte, nos convertiremos en soldados invisibles para otros supervivientes: hijos, discípulos, amigos que nos sobrevivirán… Cuantos conocieron lo que pensamos y sentimos alguna vez. Y así de generación en generación. Una legión de muertos que defenderá el fuerte, el rincón ético, los muros de la sabiduría.
Pero habremos de ganarnos ese honor. O quedarnos muy quietos en la república del olvido.

Ricardo García Nieto