Los días
pasan como niños en bicicleta. Cada pensamiento es una pedalada. Nadie sabe si
van o vuelven los jóvenes ciclistas. Nadie conoce el rumbo del tiempo.
Los
relojes son ataúdes vacíos. Máquinas donde rumia el no ser nada. Ruedas y piñones,
como los de una bicicleta que ignoramos adónde va.
Pego el
reloj a mi oído y oigo cómo suena el horizonte que nunca alcanzamos.
Ricardo García Nieto