El amor no
convive con el miedo.
El héroe
que consuma tal hazaña
se señala
a sí mismo con la muerte.
Su propia
destrucción es un camino,
uno de
tantos otros por el mundo,
para
aprender lo que dejó pendiente.
Que su
ceguera logre abrir sus ojos,
que su
silencio pueda hablarle al cielo
y su alma
goce más de sus carencias.
Es todo
cuanto habrá que desearle
para el
año que viene a este sujeto
en el
desagüe del país que habita.
Ricardo García Nieto