Si echamos
una rana sobre una cacerola de agua hirviendo, saltará y salvará su vida. Pero
si la metemos en agua fría y vamos subiendo la temperatura de la olla a fuego
lento, la rana, sin enterarse, morirá cocida.
Ésta
estrategia, recogida en
el libro de Peter Sengue, “La quinta disciplina”, es la más en boga entre los políticos de los países en crisis. Ir
cociendo poco a poco al pueblo para que no proteste. Y los resultados, como
podemos comprobar en España, son más que óptimos.
Hay
quienes no caen en la cuenta de su propia cocción; los hay que la ven natural;
y hay quienes se rebelan y buscan la forma de salir de la cazuela. Al final,
todo se reduce a un proceso de toma de conciencia mientras te cuecen. Las voces
que se alzan contra el hervor son criminalizadas: perro-flautas, antisistema,
radicales, locos de atar… Las que callan son etiquetadas de minoría silenciosa,
dispuestas a ser cocidas a la vez que se les agradece el esfuerzo de su idiocia.
Ésta es la
causa de todos nuestros males.
Ésta es la
razón por la que la gente corriente se adapta a ser saqueada.
Los medios
de comunicación ponen el agua. La banca pone el fuego. Y los políticos se
encargan de ir avivándolo poco a poco, después de meternos en la cacerola.
Salir del
agua, del medio acuático de las obedientes televisiones, es una manera
individual de tomar conciencia.
Salir de
la cazuela hirviente es una manera individual de ser libre.
Cortar la
mano que aviva el fuego es la única manera colectiva de salvarse.
Ricardo García Nieto