miércoles, 25 de diciembre de 2013

LA VISIÓN CIEGA

Hay personas que no tienen conciencia de ver aunque vean. Les dices “sigue con tu dedo este punto rojo en la pantalla del ordenador”. Y lo siguen, pero no se dan cuenta de que lo siguen; el dedo lo persigue pero ellos no lo ven. No saben que ven.
Me pregunto si esta patología tan extraña no tendrá una variante colectiva.¿Nos empecinamos como sociedad en no ver lo que vemos? ¿O nos han enseñado a hacerlo?
Una colega mía dice que hablo mucho de política y que eso ya no interesa. Puede que tenga razón. En alguna habitación fría debe haber un lugar reservado para todo esfuerzo inútil. Al entrar en ella, contraes la “visión ciega”, como si de una gripe se tratara, y desaparece el fruto de los trabajos y los días.
Después de medio siglo de existencia y tan penosos resultados, la sensación de esforzarme en balde la tengo en muy avanzado estado. Y aun así, prosigo escribiendo sobre el inadvertido sentido de las cosas, el dolor o la moderna tiranía española. Puede que mi quehacer se reduzca a tomar la fotografía de un cadáver. Ésa será mi contribución a la bancarrota moral de este país. ¿Quién nos rescatará de ella? Pierdo la sensatez ante una oscuridad de la que no puedo volverme. Hay cosas que he de hacer para saber que existo. Por eso escribo en vano. Si le tuviese miedo a la libertad, me atiborraría de dulces navideños y bebería buenos vinos para exorcizarlo. La libertad nos conmina a atrevernos, tanto en lo individual como en lo colectivo. Pierdo aquí mi condición de observador. Actúo torpemente, pero actúo. No pude elegir el papel en la tragedia. Ni mi lugar en esta trama incomprensible. No sé a quién sigo ni quién va tras de mí. La visión ciega se impone, nos posee con sus buenas palabras, su calculado optimismo y sus discursos repetidos.
Las mentiras echan humo por la boca de su cañones. Alguien está apretando todos los gatillos. Pero no lo vemos.


Ricardo García Nieto