miércoles, 20 de noviembre de 2013

COMO UN EJE

Con mis pensamientos se podría hacer un tratado de ornitología: tengo muchos pájaros en la cabeza. Y cuando echan a volar, otros ocupan su sitio. Por debajo de mí habla una naturaleza que jamás llegué a comprender. Una especie de corriente que cambia de intensidad. Si yo fuese un frigorífico, hace ya años que estaría roto.
Entre los pájaros, que me disputan cual si fuera una lagartija que llevarse al estómago, y los puñeteros cambios de tensión de la corriente, que me tiene conectado a sólo Dios sabe qué, certifico mi escasa libertad y mi propensión a la melancolía. Si la intemperie española ya resulta de por sí catastrófica, bien se podrá imaginar quien me lea por qué escribo. Para no volverme loco. Los poetas toman la palabra para mostrarse. Los políticos toman la palabra para dictar. Yo tomo la palabra cual si fuera un complejo vitamínico. Para metabolizar mejor los sapos que cada día nos tragamos el resto de los mortales. No entendía a mi padre cuando me decía: hijo mío, eres más infeliz que un piojo. Ahora sé que estaba corroborando el orden duradero de mi existencia.
Soy feliz frente al mar. Me creo su respiración y entiendo su lógica. En mi quietud, hipnotizado ante su movimiento, soy como un eje. Me humedezco las manos y toco un galeón. Toco una hoja y hablo con sus raíces. Hablo con el teclado y los pájaros aletean en mi cabeza. 


Ricardo García Nieto