Cuando
el "pretender ser" se sube sobre los hombros del "ser", el país pierde
su equilibrio, los ciudadanos parecemos alquilados por nuestros
políticos y nos tornamos tan miserables como adictos al miedo o la indiferencia.
Cuando
el “pretender ser” ni siquiera nos permite “estar”, ha llegado la hora
de redimirse, de abrir un proceso constituyente y empezar de nuevo, lo
mismo que las aguas cuando regresan a su cauce.
No
hemos de aniquilarnos con el rayo que salga de nuestro propio corazón.
No hemos de electrizar a multitud alguna. Nos basta con la luz constante
que alumbre el nuevo camino. Nos equivocaremos si volvemos a confundir
la claridad con el deslumbramiento. La justicia con la pretensión.
Ricardo García Nieto