El
Eros se cansa de ver la misma arquitectura, de oír la misma música, de
saborear los mismos vinos. Al Eros le gusta verse sorprendido por la
audacia. Las lealtades son propias del Hypnos. Bach, por ejemplo, nos
hipnotiza; nos sube a lo inalcanzable. El jazz nos erotiza; nos pone en
el campo de batalla. Igual sucede con las amistades y los horizontes;
con las investigaciones y las intuiciones. Abocarse es casi fisiológico.
Recogerse es hacerse prematuramente a regiones sin tiempo. Entre los
dos extremos, vamos: o revoloteamos o nos pegamos a la luz. Como los
insectos nocturnos. En cualquier caso, nuestras debilidades nos ayudan.
Ricardo García Nieto