Ricardo García Nieto
Un mundo donde lo bello ha sido sustituido por lo excitante, donde lo bueno ha sido reemplazado por lo necesario y donde lo justo se ha convertido en lo conveniente es un mundo de condenados.
sábado, 30 de noviembre de 2013
ESTO SE ACABA
Estamos a finales del año 2029. Hace frío. Mucho frío. Tengo 76 años y me acaban de dar “la salvadora”,
una píldora que esta noche me llevará al otro lado a cambio de un
subsidio familiar para mis hijos y nietos. Estas son mis últimas
palabras antes de que me venza el sueño y me incineren. La experiencia
es rápida e indolora. No se permiten los duelos. No se permite sufrir.
Todo empezó con la “década de los bobos”, la de esos dos presidentes…
¿Cómo se llamaban? Sí, hombre, sí… El de las cejas... El de la barba… Ya
ni me acuerdo… Todo comenzó cuando la falsa crisis, cuando la estafa
global se cebó con los países cuyos gobernantes se la creyeron… Cuyos
gobernantes fueron obedientes con los estafadores… Eso que después
conocimos con más indignación de la que padecimos durante el engaño...
Es lo que tiene la verdad: o te llena de cólera o te sume en la paz más
profunda. Pero no hubo paz, nuestras mentes y nuestros corazones habían
olvidado durante aquellos años el asidero de la serenidad... Ahora, en
cambio, todo es suave y sutil. Hasta la muerte. Los nuevos derechos
humanos nos eximen del dolor. La ciencia, la farmacopea, es la garante
de la normalidad. En algo hemos avanzado. ¿O no? No lo sé. Ya sé muy
pocas cosas... Y no quiero dormirme sin dejar testimonio. Recuerdo que
todo estaba en manos de los bancos. Hasta nuestras vidas. Los partidos
políticos se quedaban sin créditos, que después se condonaban, si iban
contra la banca. Las televisiones y radios, la prensa en general, lo
mismo. La banca y las grandes fortunas vivían de la gente corriente, los
que pagaban por existir y se empobrecían por existir... Muy pocos
protestaron. Y se les criminalizó... Hubo una oportunidad para torcer el
rumbo de esta infamia. ¿Cómo fue aquello? Cuando nos quisieron
convertir en máquinas… Las máquinas eran mas rentables porque ni
pensaban ni se quejaban. Las máquinas eran el trabajador perfecto. El
neoliberalismo lo quiso… Teníamos los derechos de las máquinas. Función y
reparación… ¿Quiénes lo decidieron? Aquella nueva sangre azul… Azul,
como la de los ofidios… Corría por las monedas. Sus corazones bombeaban
réditos… Sus mentes no distinguían entre la hectárea de maíz, la oveja,
el barril de petróleo o el equipo de obreros... Tengo sueño, mucho
sueño… La teología de las finanzas tenía su catecismo… ¿Qué estoy
diciendo? Su catecismo... Esto se acaba… Se acaba dulce y lento… Hubo
una oportunidad…
Ricardo García Nieto
Ricardo García Nieto