viernes, 22 de noviembre de 2013

MAGOG Y EL PORDIOSERO NEOMÍSTICO

Podemos llamarle Magog. Me dijo que había reunido doscientos millones de euros y que se encontraba contento porque su dinero se multiplicaba solo. Cada mañana, encendía su ordenador y miraba sus cuentas bancarias.
-¡Amorcito! –gritaba a su joven esposa-. Hemos ganado cien mil euros en tan sólo diez horas.
Y volvían a la cama entre arrumacos.
Magog es listo. Huele las oportunidades. Y dice sus verdades sin rodeos, como si fuese una sepia dotada con el don del lenguaje:
-Me encanta esta crisis.
Lo conozco hace treinta años, cuando los dos acabábamos de terminar nuestras respectivas carreras. Yo le hablaba de misterios lunares, y él me replicaba:
-Eso no da un céntimo; nuestro futuro depende de los contactos y de la inversión inicial.
-¿Qué inversión?
-La que, tarde o temprano, tendremos que hacer.
-Pues yo no pienso hacer ninguna.
-Peor para ti.
Nunca trabamos amistad. Y la vida ha sabido colocarnos en el lugar que, posiblemente, nos merecíamos. Cuando nos encontrábamos en bodas o comuniones, siempre me presentaba a alguien con la misma frase:
-Este es Mengano, y no es un cualquiera, ¿sabes? Es el director de Marketing de Iberdolorosa o de Telefláutica.
-Encantado, yo soy un pordiosero neomístico.
-¡Qué cosas tienes!
La semana pasada me lo tropecé en una churrería.
-Me habló de sus glorias monetarias, de las imprescindibles inversiones privadas en el sector público, de la inflación que se iba a disparar entre el 2015 y el 2020…
-¿Y cuando venga el colapso financiero global? –cuestioné.
-Eso es imposible.
-¿Y tu muerte? –le pregunté-. ¿Te estás preparando para cuando te sorprenda?
-Tengo seguros de vida.
-¿Te salvarán tus seguros cuando tengas cáncer?
-Me hago revisiones todos los meses y estoy estupendo.
-¿Y cuando seas viejísimo?
-Ya inventarán algo con células madre o lo que sea.
-¿Y cuando cumplas seiscientos años?
-Bueno, te dejo, que tengo prisa.
Magog tiene esa extraña vitalidad que da el dinero. Vive como en trance. Aunque, de vez en cuando, se encuentra con un pordiosero neomístico que lo catapulta más allá de lo contable y le amarga el día. ¡Qué le vamos hacer! 


Ricardo García Nieto