lunes, 22 de octubre de 2012

LA EMBOSCADURA (1ª parte).


Es muy fácil perder la credibilidad en el mundo real. Si no haces tuyo el yugo de la neurosis colectiva o el soniquete perpetuo de los complejos de inferioridad, si no te nutres del miedo que alimenta a la masa, si no te adentras en la boca de ese lobo al que se ha convenido en llamar sistema, si eres distinto y consecuente con tu singularidad, serás la abominación de la que todos huyen y a la que todos arrojan la lanza del descrédito.
Cuando se ha llegado a este punto, el viaje se torna solitario. Te conviertes en un paria con el potencial del más idóneo chivo expiatorio.
Nadie, ni tus más íntimos, te cubrirán la espalda.
Esta es la emboscadura más hermosa y terrible del ser humano.
Ante ella se puede huir o se puede resistir.
Huir significaría tomar un atajo hacia el no ser. Puede manifestarse de varias maneras: una afición, una adicción (la que sea), un “se acabó” con tintes trágicos.
Resistir significaría permanecer. Meditar junto a tu propia sombra. Y seguir sin esperanza, pero con el convencimiento de que sólo se esfuerza el que se niega al esfuerzo por parecerse al rebaño.
Quienes lo saben han superado el más duro trecho del viaje. Y habrán aprendido a afrontar, serenos, el último tránsito.
Lo demás es mentira.


Ricardo García Nieto