miércoles, 18 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 2: ¿QUÉ DEMONIOS SOIS?

 
Cuando saltas, se disloca tu cuello, clac, y un lento frío comienza a irradiarse desde tu corazón. Hay un lejano túnel de luz al que te quieres acercar, pero no puedes moverte. A tus pies, familiares, médicos y bomberos bajan tu cuerpo de la improvisada horca, pero tú te quedas colgando. Ves tu figura, tu cara con tu gesto menos atractivo y las reanimaciones inútiles hasta que te ponen sobre una camilla y te alejan de allí. Muy parecido a lo que tanto se relataba en libros o en reportajes de televisión. Veo a mi hija, unida a mí con un fino cordón de plata. Quiero llamarla, gritar, pero sigo, mudo e inmóvil, colgado de una cuerda inmaterial. El dolor te quema y te asfixia hasta que pierdes la conciencia. Salgo del horrible trance y me pregunto cómo puedo dolerme de nada si estoy muerto. Hay medusas flotando en el ambiente, como sumergidas en el mar. ¿Qué demonios sois?
-Pues eso, demonios –responde alguna-, aunque las tradiciones herméticas suelen denominarnos arcontes.
-Quiero bajar de aquí.
-No puedes; vas a pasarte un buen tiempo aprendiendo ahí lo que te negaste a aprender en la vida.
El infierno de la desesperación me quema y pasan por mi mente todos los errores de mi vida, viviéndolos como la víctima de los mismos y no como el hacedor de los males. El dolor de mi hija, de mis familiares y amigos me asalta en este instante: puedo verlos sin moverme de mi cuerda en el tanatorio más cercano. Se habla de homenajes a mi figura y críticas exageradamente generosas sobre mi obra. Me dan ganas de vomitar. Pero me quedo en las arcadas: los seres inmateriales no emanan fluidos.
Las medusas siguen allí.
-Así que arcontes –murmuro-… ¿Porqué tenéis forma de medusa?
-Dios hace lo que puede a su imagen y semejanza: hombres, arcontes, ballenas, escarabajos…
-Dios no existe –afirmo con seguridad.
-Tampoco existíamos nosotros hasta que nos has visto después de tu salto…  Tus planteamientos sobre lo trascendente e inmanente o la tontería tuya de la “Weltanschauung” vienen de vuestra humana adicción a las palabras y categorías. Aquí todo es visión directa.
-Pero yo sólo veo medusas, malditas medusas como vosotras
-Somos lo primero que ves porque siempre te hemos acompañado.
-¿A mí?
-Sí, a ti, desde que tenías siete años.
-¿Para qué?
-Para influir en tus pensamientos. Incluso en el de suicidarte.
-Sois una abominación.
-Somos criaturas de Dios, como tú… Por cierto, mira cómo te llevan flores.
Veo mi tumba y a muchas personas en oración o silencio. El hilo de plata que aún me une a mi hija, su tristeza, ¿por qué me dejaste, papá? Veo los pensamientos de muchos: era un mediocre escritor; tuvo la suerte de morir joven y hacerse célebre; mira que me has jodido –pensaba su casero-; a ver quién alquila la casa de un ahorcado…
-¿Cuánto tiempo ha pasado? –pregunté.
-Una semana.
-Pero si llevo aquí media hora…
-Tu tiempo ahora pasa muy deprisa.
-¿Y qué hacéis aquí si yo ya estoy muerto?
Esperar nuevos huéspedes: en poco más de un mes se instalará aquí una familia con tres niños. Aprenderás de ellos lo que te faltó en vida y nosotros cumpliremos nuestra misión.
-Amargarles la existencia, parásitos.
-No. Sólo los tentaremos. ¿De dónde crees que viene el mal en el mundo y para qué te crees que sirve el libre albedrío? Por cierto, ¿no te has fijado en los que guardan silencio ante tu tumba? Mira por encima de ellos.
Cientos de medusas traslúcidas flotaban como nubes por encima de sus cabezas.


Ricardo García Nieto.

jueves, 29 de octubre de 2015

CAPÍTULO 1: ¿QUÉ LE DICE DIOS A LOS SUICIDAS?

 
¿Qué le dice Dios a los suicidas?
Hay una pregunta incómoda que viene rodando por mi mente hace semanas: ¿qué le dice Dios a los suicidas antes de consumar el acto de su propia muerte? Yo creo que guarda un espeso silencio. ¿Cuál es Su Voluntad? ¿Que el desgraciado se autodestruya a secas? ¿Qué deje una carta de despedida sobre la crueldad del mundo? ¿Qué se inmole a los ojos de todos por una causa social? ¿O que dé testimonio de la divina indiferencia ante quien le ruega “Dios mío, dame una esperanza” o, para ser más bíblicos, “aparta de mí este cáliz?
Veamos: alguien lleva trenzando una cuerda para ahorcarse hace días. No deja de orar, de hablar a su manera con Dios, para buscar una salida hacia la vida. No le responde, le deja trenzar y trenzar la funesta cuerda. Es también mi cuerda.
Llevo semanas aguardando algún indicio, alguna coincidencia significativa (eso que Jung llamaba “sincronicidad”), alguna experiencia de carácter espiritual, algo que moviese mi corazón en una dirección distinta a la que voy a tomar. Pero no. Ni siquiera la esperanza asomó su hocico en el umbral de la puerta. Nada trascendente me regaló una mísera señal. O, sencillamente, no la vi. Yo, por mi parte, desde lo inmanente, he realizado algún esfuerzo o movimiento para cambiar esa dirección, cierto es que con más voluntad que energía. Pero tampoco he logrado esperanzarme con nada. No he sabido hacerlo. Soy, a todas luces, de naturaleza torpe en esto de hallar un sentido que me empuje en la flecha del tiempo. Un necio y torpe desgraciado.
Es fácil juzgar: lo hacemos todos. Un acto suicida es fácilmente tachado de egoísta, cobarde, indigno, desagradecido, mal ejemplo… Y no les falta razón a quienes así lo califican. Asumo mi responsabilidad. En mí caben todas las sombras.
Desde niño, miré por ojos ajenos antes que por los míos. Creí que aquello era amor. Amor hasta negarme. No sé si me equivoqué. Es lo más probable. Me eduqué en el sacrificio de mi visión del mundo, eso que los alemanes llaman “Weltanschauung” y cuyo significado como simple cosmovisión no es suficiente para lo que quiero expresar aquí. Así fue durante mi juventud. Y compruebo que los poderes del mundo siguen dislocando la visión propia de cada ser humano. Pero ahora lo hacen industrialmente. Como a manadas de seres libres y conscientes a quienes amputan su libertad y conciencia.
Me negué a mí mismo, sí, pero la fuerza del inconsciente, con su natural propensión a la rebeldía, siempre fue más poderosa. Ahí están mis escritos, con mayor o menor acierto, para corroborarlo.
Como todo padre, fui el príncipe azul de mi hija, su caballito, su compañero e inventor de juegos, pero me queda la sensación de haber estado allí (y no lo hice poco) cuando no era tan necesario y de haber estado ausente cuando más se me necesitaba. Presente o ausente, siempre estuvo mi corazón.
Escribí. Y escribí mucho. No sé si con talento, pero sí con intención: un par de libros de poemas, otro par de novelas y una traducción de “El Cuervo” de Poe. Quedaron otras narraciones y poemas inéditos en un cajón. Y un sinfín de artículos e improvisaciones que se quedaron en el baúl de Internet o en el desorden de mi escritorio. Creo que he perdido muchas oportunidades. Pero no me queda otra que irme con las encontradas. Con el corazón en la mano, creo que he dejado a medias la obra que más estimaba y que me he equivocado tanto cuanto me ha permitido la vida. Pretendiendo hacer el bien, he logrado lo contrario. Redactar todo esto no va a reportarme nada. De su mínimo eco, si es que lo hubiere, no me enteraré adonde voy. Me doy cuenta de que esto no es más que un ejercicio vanidoso, el último coletazo de mi ego. Y mi ego, créanme, no merece la pena. Estas son mis últimas palabras. Que Dios me perdone. Si no me escuchó, dudo que lo haga.

Ricardo García Nieto.










lunes, 28 de septiembre de 2015

LOS GATOS



A mi hija.

¿Qué música trajeron a este mundo
los gatos con su suave ronroneo,
qué elástico secreto el de sus cuerpos
rozándose en el tuyo?
Te miran y proponen el enigma
que descifró tu corazón. No sabes
que llevan de ventaja muchas vidas
sobre el primer recuerdo que soñaste.
Tal vez, sea su misión ir por delante
de la risa infantil y de sus olas,
del beso juvenil, la anciana mano
que en la mano se posa.
Su presencia es indicio y no fracaso
del amor que serás. Ellos, los gatos,
están en tu futuro, pero ahora.




Ricardo García Nieto.



domingo, 6 de septiembre de 2015

FIN DE CICLO



Habremos de adelantarnos a la próxima guerra, a la legalización de la pederastia, al barro que nos pondrán en los ojos. Tendremos que dejar de temblar. Sabemos muy bien de qué pie cojeamos, lo que nos avergüenza y enorgullece. Y todo se precipita en una conmoción que genera confianza para los mercados y miedo para los ciudadanos. Somos ricos en nuestro pequeño infierno. Pero habrá que saltar de él y dejar de oír la música con la que nos devalúan… Porque suena en los bolsillos de los príncipes de este mundo.

Ricardo García Nieto.

lunes, 31 de agosto de 2015

EL FIN DEL MUNDO


Cada día, el fin del mundo me sorprende esperándolo. Abro los ojos y todo sigue igual. No se precisa de un meteorito, de un virus o de una bomba nuclear. Cada día es el Apocalipsis.
Los dueños del planeta lo saben bien: para que una verdad no se crea, debe exhibirse reiteradamente como ficción. Y nos muestran esa verdad de la manera más evidente.
-¡Mirad, viene el fin del mundo!
Aunque ya estemos anestesiados y acomodados en él hace demasiado tiempo
La última crisis financiera ha sacado del mapa más de 200 billones de dólares. ¿Dónde está todo ese dinero? Los ingenieros sociales han hecho muy bien su trabajo, encubriendo uno de los proyectos más grandes de la humana historia: una empresa global para unos pocos elegidos.
La constante apelación a nuestros instintos para que produzcamos y consumamos nos ha cegado. ¿Cuál debiera ser nuestra gran obra? Hemos de recuperar la intuición para sentirla, la conciencia para vislumbrarla y la voluntad para culminarla. Lo que se nos promete como civilización no nos saciará.
Los premios del sistema no superan en alegría al desconsuelo de sus víctimas, del mismo modo que el goce del halcón no es más alto que el dolor de la golondrina que apresa.
Nos han dejado fuera. Y se imaginan a salvo. Pero quienes se creen como dioses, tarde o temprano, habrán de caerse con pesar de su creencia. Lo mismo que el cometa que se tuvo por estrella.
El “Nuevo Orden Mundial” huele a almendras amargas.

Ricardo García Nieto.

sábado, 29 de agosto de 2015

LO VOY A PAGAR CARO



Toda la vida intentando ser mejor para terminar como un miserable europeo. Mi voto pone ahogados en el mar y alambradas sobre la hierba. Mi voto compra naciones y planta el hambre en las tierras más fértiles. Mi voto no tiene ni compasión ni grandeza. ¿Cuánta abominación he sufragado con mis impuestos?
Lo voy a pagar caro. Ya lo estoy haciendo. Los monstruos que nos gobiernan no vuelven a su ataúd cuando cierro los ojos.

Ricardo García Nieto.

jueves, 27 de agosto de 2015

LA ENCICLOPEDIA DE LO INVISIBLE



Nos sobreponemos y seguimos caminando. Y en el camino nos encontramos. Nuestras sombras aprenden las unas de las otras. Nuestras huellas imprimen la gran enciclopedia de lo invisible.

Creo que me he agotado, que poco me queda por decir. Podría escribir, por ejemplo, que hemos acampado en nuestras urgencias cotidianas, que tenemos demasiada prisa por no avanzar y que llegamos tarde a lo que siempre nos ha estado esperando. Pero sería reiterarme. Podría escribir que las mentiras de un gobernante democrático son como los fusiles de un dictador. Pero sería reiterarme. ¿La vida eterna empieza por uno mismo? Me reiteraría. Creo que ya tenemos sobrada información sobre el desplome que se avecina. Y sobre la necesaria revolución de nuestro interior.
Es inútil repetir lo que ya se sabe, recordar lo que no se olvida, señalar lo evidente. La ceguera elegida es perversa.
No tenemos un alma; somos un alma que tiene un cuerpo. Hacemos la gran enciclopedia de lo invisible.

Ricardo García Nieto.

lunes, 24 de agosto de 2015

TODO SE SOSTIENE MIENTRAS SE DERRUMBA



Los reyes dicen que representan a su nación, pero sólo hablan en nombre de sus políticos.
Los políticos afirman que representan a su pueblo, pero sólo hablan en nombre de sus partidos.
Los partidos se presentan como la llave de la democracia, pero actúan como cerraduras de la democracia.
Los bancos te prestan dinero con intereses, pero eres tú quien se lo presta sin interés cuando abres una cuenta.
Los especuladores aseguran que invierten en tu país, pero lo hacen en bancos, partidos, reyes y políticos.
¿Dónde quedas tú?
Aún no lo sabes, pero eres un arma de construcción masiva.
No cargues con la cruz de una moneda. Ni le pongas la cara a ningún soberano. Nunca has tenido precio. Tu vida es la razón por la que el mundo gira. Cuando cierras los ojos, comienza el fin del mundo.
Todo se sostiene mientras se derrumba. Lo demás es aire e imaginación.


Ricardo García Nieto.

viernes, 21 de agosto de 2015

LA CAÍDA



Nuestras neuronas imitan la partitura de los astros. Pero las palabras sólo significan lo que quieren nuestros políticos. Y vivimos tan al día que no vemos la noche que se cierne sobre nosotros.
Nuestro sistema solar se mueve hacia el plano galáctico a más de nueve años luz por segundo. Estamos viajando en el tiempo sin saberlo. Quién sabe si hacia el "no tiempo".
Vivimos el desenlace de una novela que empezó hace millones de años y sabemos muy bien quiénes son los villanos. Nos han mentido. Y hasta nos ha parecido bien que lo hiciesen. Hemos aprendido muy deprisa a dejar de respetarnos.
La música del cielo se torna melancólica. El campo magnético de la Tierra tiene la forma de una lágrima. Padecemos una epidemia de inconsciencia.

Ricardo García Nieto.

lunes, 17 de agosto de 2015

A LO LEJOS



¿Qué ha olvidado el hombre de nuestro tiempo? Mirar hacia el horizonte como si ya estuviese allí. Pies, ¿para qué os quiero? Alas, ¿para qué agitaros? Para ver lo lejano hay que caer a lo más hondo, donde los objetos pierden su forma y las personas su precio. Doctorarse en Melancolía, en esos abismos que se abren dentro  del corazón.
Sólo después se harán cosas hermosas.
La belleza nunca fue apariencia. 


Ricardo García Nieto.



martes, 4 de agosto de 2015

EL AVANCE



Un oficial alemán declaró durante la batalla de Stalingrado: el avance se mide en cadáveres y no en metros.
Creo que lo mismo puede decirse de los derechos humanos: su avance se mide en muertos.
Quienes mueven los hilos en el siglo XXI están consiguiendo lo más inverosímil: que sea el ser humano el que –allá donde los haya- se despoje de sus propios derechos.  Y que lo haga complacida y democráticamente. Los ejemplos sobran y las almas duermen.


Ricardo García Nieto.

viernes, 13 de febrero de 2015

LA PROFÉTICA MEMORIA

 
Si yo pudiera recordar lo que ha de suceder, si tuviese el don de la memoria profética, la que sólo puede atribuirse a Dios, ¿haría las cosas como las hago? ¿Aceptaría el reto o su inexistencia? ¿Me preguntaría, acaso, en qué me he convertido o en qué me he de transfigurar?
Si yo aceptase que todo, visible o invisible, existe y que cada gesto, mueca o intención ha de quedarse porque lo único que no existe es el olvido, ¿me sentiría a salvo? ¿O por salvarme quebraría las columnas de mi personalidad, mis costumbres, mi forma de sobrevivir?
Si yo supiera que todo lo que he de hacer ya está hecho, que estoy destinado a la fatalidad, a la imposibilidad de cambiar las cosas, ¿sufriría?
Si yo tuviese certeza de la intuición que me acompaña desde niño: haber venido al mundo como el que se va al exilio, desterrado, arrojado para una comprensión que es múltiple, ¿qué miedo he de tener al regreso?

Así lo destilaba Jorge Luis Borges en uno de los poemas más hermosos de la literatura en lengua española:

Everness

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.

Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores

y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.


Al releerlo, uno va pasando de lo psicológico a lo visionario, de la urgencia cotidiana al eco de lo eterno, del pan nuestro de cada día a su porqué.
Hay algo que vive por sí mismo y que nos obliga a vivir. Podríamos llamar a su puerta y conocer la verdad. Y quedar fulminados al contemplarla como si un rayo nos atravesara el corazón. O podríamos esperar a que se cumpliera la condena de nuestros días por la Tierra… Tal vez, para entonces, ya nada podría aniquilarnos.


Ricardo García Nieto


domingo, 8 de febrero de 2015

A LA ORILLA



Creo que participo en un juego cuyas reglas desconozco, que me faltan datos, que sólo veo pequeñas olas en el agua y no las poderosas corrientes que por debajo se mueven. Es el mar de los rostros. Y me quedo a la orilla. Lo mismo me pasa con las noticias que destilan los medios de comunicación: no atisbo el horizonte de sucesos, sino la calculada conmoción que ha de producirse. Y me quedo a la orilla. Igualmente me sucede con los valores y la ética que se propagan como un incendio sin fin. Me quedo a la orilla de ese océano de fuego, de ese nuevo orden que habrá de calcinarnos.
Creo que participo en un juego cuyo objetivo es que convirtamos los espejismos en leyes y las ensoñaciones en realidades cotidianas. Un juego en el que somos adiestrados para el desconocimiento.


Ricardo García Nieto

sábado, 7 de febrero de 2015

CUANDO TE SUMES EN LA POBREZA ESPIRITUAL


Cuando te sumes en la pobreza espiritual, caes en un estado de posesión: aquello de lo que eres dueño se adueña de ti. Las cosas, las personas, la fama y el poder te poseen. Hay momentos en la vida en los que el cielo tuerce el gesto cada vez que lo miras. Es como morir de cuando en cuando. ¿Qué es lo que ha pasado?
El autoritarismo de las mercancías, el mesianismo de amores que pretenden salvarte de otros amores, la avalancha de la competitividad, del mostrarse como un señuelo para seducir, fascinar y volver a poseer… Este mundo prefabricado que se derrumba diciéndonos que no significamos nada. Verlo es un darse cuenta doloroso: viene como una brisa a helarte un rostro en el que ya no te reconoces por mucho que lo intentes. Esa fotografía siempre fue para los otros; nunca para mostrar tu verdadera naturaleza.
A veces me pregunto si hay algo más detrás de este caótico acontecer anímico. E intuyo que sí, que en la inmensidad personal hay vientos que ignoramos, que todo cuanto nos llega es el instrumento de fuerzas superiores que viven por sí mismas. ¿Dioses venidos a menos? ¿Demiurgos que buscan una segunda oportunidad? ¿Ángeles o demonios jubilados durante la Ilustración? Quién sabe... Pudiéramos ser cada uno de nosotros, soñándonos a nosotros mismos.

Ricardo García Nieto


jueves, 29 de enero de 2015

¿QUÉ ES LA MUERTE?



 
¿Qué es la muerte? Posiblemente, cuando la experimentemos, nos demos cuenta de que estamos muy vivos, que seguimos evolucionando sin esta pesada escafandra que llamamos cuerpo, fuera de las tres dimensiones en las que nos movemos y en un “no tiempo” donde presente, pasado y futuro suceden simultáneamente.  ¿Quién puede demostrarlo? Nadie. Las experiencias internas que te lo advierten no son objetivables: no es posible trasladarlas fuera de sí para ponerlas a la vista de todos. Quien es bendecido por este poderoso trance juega con ventaja: no necesita la loca posesión, el aferrarse a toda costa a objetos, seres y reputaciones. El resto hemos de conformarnos con la intuición y navegar en el caos (ese orden que no vemos).
Las ciencias (humanas y no humanas) nos dicen cómo es el mundo; las creencias religiosas, cómo prepararnos para la muerte. Pero quizá sean los sueños los que nos avisen de cómo podría ser esa nueva vida en el más allá, pues ¿no acaece en ellos la inmaterialidad del cuerpo, la ausencia de dimensiones espaciales y el “no tiempo”?
Si la conciencia individual se circunscribe al mundo, sabremos mucho del mundo. Si se adentra en lo inconsciente, conoceremos al hombre. Y si prosigue más allá del mundo y del hombre, nos aproximaremos a lo divino.

Escribía San Juan de la Cruz:

Yo no supe dónde entraba
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Hay ángeles caídos dentro de nosotros. Ignoran que cayeron en el Bien porque sólo se creen lo que ven nuestros ojos.
No hay que ganarse la vida para ser un muerto; eso es ganarse la supervivencia. Hay que ganarse la vida para mirar más lejos.

Ricardo García Nieto



sábado, 24 de enero de 2015

UNA CUESTIÓN DE ÓPTICA



Más que hablar, se seduce. Más que mostrarse, se posa. Más que ser, se pretende ser. Vivimos en una permanente selección de actores. Y todos se creen su papel.  Los modelos psicológicos se han vuelto publicitarios. Y –lo peor de todo- nadie ve a nadie como es; sino como se lo imagina. Es un problema de óptica moral o espiritual. A veces, nos empeñamos en que las personas son como anhelamos que sean, y les atribuimos nuestros dones. Y se convierten en objetos que queremos poseer: es mi guía, es mi amor, es mi líder carismático. La proyección, en cualquier caso, está abocada a la decepción: no da el perfil, no es lo que esperaba… Y hasta puede transformarse en rabia: maldito sea, hay que acabar con él…
Hoy día, en este mundo ilusorio hecho a la medida de los ilusos, juzgar a una persona es de lo más fácil: ni siquiera hay que pensar. Nos basta con nuestro despecho o con la energía psíquica de quien la critica con saña.
Cuando alguien me da una versión, tiendo a pensar en la versión del ausente. Cuando alguien me habla mal de un tercero, suelo entreverle la bondad sustraída. La lógica de lo cotidiano nos ayuda a discernir. Pero hay algo más. Igual que la gacela huele al tigre sin verlo, podemos presentir el mal que se nos procura. O las liturgias que a nuestra costa se hacen en el lado numinoso de la existencia. Nuestra vida psíquica es más grande de lo que nos figuramos.
La venganza siempre es contra uno mismo. Los malos deseos hieren el alma propia antes que la dignidad o la piel ajena.
La vida es una oportunidad para que cada cual afronte su destino. No se puede perder truncando el de los demás.


Ricardo García Nieto. 

domingo, 18 de enero de 2015

ALGO SOBRE EL MAL



Si yo crease un mundo en el que imperase el Mal, me sentiría muy culpable y haría cualquier cosa –hasta convertirme en un Cristo- para bajar a ese orbe mío y redimirlo. ¿Para qué engañarme? Es lo que hago en cada novela que escribo: me encarno, ungido, en uno o varios personajes, salvo mi mundo y me salvo yo. Ojalá fuese tan fácil obrar así en la realidad de cada día, de la que no somos creadores… ¿O sí?
Hay quienes venden su alma al diablo para llegar al reino de los cielos. Los veo cada día: subastan humo y compran arena. En literatura, todos los diablos son impostores, y en la vida cotidiana, pobres, muy pobres diablos. Por eso hay que tener mucho ojo con lo que no vemos: al verdadero inframundo se llega por nuestros corazones. Por allí se cuela la más alta bondad y el más radical de los males.
Cuando Hannah Arendt acuñó el concepto de “banalidad del mal”, hacía hincapié en el “no pensar” de los asesinos nazis que, como Eichmann, cumplieron con sus obligaciones administrativas: llevar a los judíos a los campos de concentración. No pensaban en las consecuencias de lo que hacían.
A mi parecer, para pensar hace falta corazón.

Ricardo García Nieto.

sábado, 17 de enero de 2015

¿POR QUÉ HEMOS DE SER LIBRES?



Saberse  fuera del territorio te hace pisarlo con más fuerza. Ser consciente de tus pies en el barro te hace ver más allá de las estrellas. Desde niño tengo la sensación de que hemos sido arrojados sobre el mundo. Caídos por alguna razón y con algún objetivo. Es una intuición que adquiere carácter de certeza personal tras algunas experiencias que ahora no vienen al caso.  Como escribió Rilke, haber sido terrestre es irrevocable. Y lo definitivo es que estamos aquí: escribiendo en el teclado y leyéndonos en una pantalla, latiendo, respirando, imaginando… Dejando que el inconsciente haga su trabajo. Sí, ese océano interior que llamamos inconsciente. Sigmund Freud lo vació de lo numinoso y sagrado para llenarlo con lo sexual, y así hacerlo relativamente mensurable. Y se convirtió en el dogma de los adiestramientos a los que la masa ha sido sometida durante el pasado siglo. Apelando a las emociones más primarias, la publicidad ha hecho sus negocios, la propaganda sus hijos y la política sus esclavos. Sólo así puede explicarse un fenómeno como el nazismo. En una de sus últimas cartas, Jung escribió al respecto: “Todavía no nos damos cuenta de que cuando un arquetipo se encuentra inconscientemente constelado, y no es comprendido conscientemente, estamos poseídos por él y forzados a cumplir fatalmente su destino”.
¿Cuál es el arquetipo que ahora opera desde dentro de nosotros sin que lo sepamos? ¿Acaso nos hemos asomado a verlo? Hay que ser muy valiente para sentir el miedo que provoca. La sangre se hiela cuando te aproximas a él.
Es la gran prueba iniciática de nuestra vida. Y podemos pasarla a cualquier edad: de adolescente o de anciano. Pero si la obviamos, si queremos permanecer confortablemente en nuestras vidas, ese habitante desconocido nos poseerá hasta convertirnos en fanáticos, consumistas compulsivos, coleccionistas de amores o extravagantes recolectores de personas o cosas. Así está el mundo.
Carl Sagan –cito de memoria- decía que el ser humano era la forma que tenía el cosmos de ser consciente. Para la tradición alquímica, “el hombre debía terminar la obra que la naturaleza ha dejado incompleta”.
Quizá por eso estamos aquí, quizá para eso hemos de ser libres.

Ricardo García Nieto.


domingo, 11 de enero de 2015

MORDAZAS




Las mordazas del inconsciente suelen convertirse en leyes y acabar en la boca de quienes precisan con urgencia expresarse.
Las mordazas del inconsciente… Podemos verlas en la sombra de cualquiera. Cuanto más las ignoremos más influirán en nuestras vidas.

Ricardo García Nieto.


sábado, 3 de enero de 2015

VENCEMOS AL SER VENCIDOS


 
Estamos a mitad de camino entre las bestias y los ángeles, entre la zoocracia y los espíritus más puros. A lo largo de nuestra vida, nos movemos entre ambos polos. A veces ascendemos desde la animalidad a la pureza de conciencia; a veces descendemos para volver a elevarnos. La inercia, en cualquier caso, siempre es hacia arriba. A no ser que nos obstinemos en tocar fondo.
Regresamos y encontramos lo que siempre buscábamos; releemos un libro veinte años después y descubrimos tesoros que nos pasaron inadvertidos en la primera lectura; jugamos con los niños y hallamos la sabiduría que hemos perseguido durante decenios de estudio. Pero siempre logramos lo que debíamos alcanzar. Ni más ni menos. La imaginación pone metas que las emociones acercan o alejan engañosamente. La realidad siempre es otra. Y mucho más hermosa si la miramos con el corazón limpio. Los errores nos hacen mejores si no nos empeñamos en repetirlos. No hay batalla que dure toda una vida. Vencemos al ser vencidos.


Ricardo García Nieto.