sábado, 17 de enero de 2015

¿POR QUÉ HEMOS DE SER LIBRES?



Saberse  fuera del territorio te hace pisarlo con más fuerza. Ser consciente de tus pies en el barro te hace ver más allá de las estrellas. Desde niño tengo la sensación de que hemos sido arrojados sobre el mundo. Caídos por alguna razón y con algún objetivo. Es una intuición que adquiere carácter de certeza personal tras algunas experiencias que ahora no vienen al caso.  Como escribió Rilke, haber sido terrestre es irrevocable. Y lo definitivo es que estamos aquí: escribiendo en el teclado y leyéndonos en una pantalla, latiendo, respirando, imaginando… Dejando que el inconsciente haga su trabajo. Sí, ese océano interior que llamamos inconsciente. Sigmund Freud lo vació de lo numinoso y sagrado para llenarlo con lo sexual, y así hacerlo relativamente mensurable. Y se convirtió en el dogma de los adiestramientos a los que la masa ha sido sometida durante el pasado siglo. Apelando a las emociones más primarias, la publicidad ha hecho sus negocios, la propaganda sus hijos y la política sus esclavos. Sólo así puede explicarse un fenómeno como el nazismo. En una de sus últimas cartas, Jung escribió al respecto: “Todavía no nos damos cuenta de que cuando un arquetipo se encuentra inconscientemente constelado, y no es comprendido conscientemente, estamos poseídos por él y forzados a cumplir fatalmente su destino”.
¿Cuál es el arquetipo que ahora opera desde dentro de nosotros sin que lo sepamos? ¿Acaso nos hemos asomado a verlo? Hay que ser muy valiente para sentir el miedo que provoca. La sangre se hiela cuando te aproximas a él.
Es la gran prueba iniciática de nuestra vida. Y podemos pasarla a cualquier edad: de adolescente o de anciano. Pero si la obviamos, si queremos permanecer confortablemente en nuestras vidas, ese habitante desconocido nos poseerá hasta convertirnos en fanáticos, consumistas compulsivos, coleccionistas de amores o extravagantes recolectores de personas o cosas. Así está el mundo.
Carl Sagan –cito de memoria- decía que el ser humano era la forma que tenía el cosmos de ser consciente. Para la tradición alquímica, “el hombre debía terminar la obra que la naturaleza ha dejado incompleta”.
Quizá por eso estamos aquí, quizá para eso hemos de ser libres.

Ricardo García Nieto.