viernes, 15 de mayo de 2009

CUANTO MÁS LEJOS, MÁS CERCA

 
Me detuve ante el cuadro de Georges de La Tour “El sueño de San José” y pensé:
Cuanto más lejos estoy de aquello,
aquello está más cerca de mí.
Pero ¿qué era aquello?
Intenté emplear otras palabras: Dios, luz, verdad... La idea de Dios fue la primera que vino a mi mente. E intentando jugar con la frase, fui cambiando de concepto, y la arquitectura resistía. Pero se hundió cuando intenté calzarle conceptos económicos. Probé con inflación y no funcionó. Sencillamente, se derrumbó.
El cuadro representa la aparición de un ángel a San José mientras duerme. La luz incide directamente sobre el rostro del ángel, pero su origen está oculto, tapado por su brazo. Sabemos cuál es, sabemos que es la llama de una vela, pero no la vemos. Apenas podemos percibir su penacho de luz. Del mismo modo, el ángel que se aparece tiende sus brazos hacia San José, pero su origen, la causa divina, no se ve. Todo ángel es mensajero. Ni siquiera sabemos si el ángel que vemos está en el sueño del viejo José o está fuera, si es lo que él está viendo o lo que ve el espectador sin que el durmiente se percate de ello.
Recibimos las luces y las sombras del ámbito místico, lo repentinamente perfilado sobre las tinieblas, pero no alcanzamos a ver la totalidad.
En el mundo espiritual se pueden producir saltos, iluminaciones, súbitas conversiones... En el mundo material, tangible y económico, todo es más gradual y progresivo, como la inflación, y han de deshacerse los caminos con el mismo esfuerzo con el que se hicieron. A periodos de expansión X siguen periodos de contracción X.
Gracias al cielo, y nunca mejor dicho, en el ámbito del ser, del espíritu o del "sí mismo", las transiciones pueden ser desmedidas, casi, casi milagrosas.
Lo dicho:
Cuanto más lejos estoy de lo sublime,
lo sublime está más cerca de mí.

Ricardo García Nieto