sábado, 30 de mayo de 2009

NOS MIRAN OTROS MUNDOS

Sobre visitantes de otros mundos, el poeta Amado Nervo escribió en 1917 un poema titulado “El gran viaje”. Vuelvo a releerlo:

¿Quién será, en un futuro no lejano,
el Cristóbal Colón de algún planeta?
¿Quién logrará, con máquina potente
sondar el océano
del éter, y llevarnos de la mano
allí donde llegaran solamente
los osados ensueños del poeta?
¿Quién será, en un futuro no lejano,
el Cristóbal Colón de algún planeta?
¿Y qué sabremos tras el viaje augusto?
¿Qué nos enseñaréis, humanidades
de otros orbes, que giran
en la divina noche silenciosa,
y que acaso hace siglos que nos miran?
Espíritus a quienes las edades
en su flüir robusto
mostraron ya la clave portentosa
de lo Bello y lo Justo,
¿cuál será la cosecha de verdades
que deis al hombre, tras el viaje augusto?
¿Con qué luz nueva escrutará el arcano?
¡Oh la esencial revelación completa
que fije nuevo molde al barro humano!
¿Quién será en un futuro no lejano
el Cristóbal Colón de algún planeta?


Recuerdo que mi padre me lo dio a leer cuando yo era niño, señalándome la posibilidad, ya contemplada por el poeta mexicano en 1917, de la existencia de humanidades “que acaso hace siglos que nos miran”. Era la España de los 70, un país a medio camino de todo en el que oleadas de platillos voladores eran noticia en las primeras planas de diarios como “Pueblo” o “ABC”. A mi padre le hacía gracia que Amado Nervo se adelantara tantas décadas, en uno de sus poemas, a las especulaciones que sobre el fenómeno ovni se hacía en aquellos años. La poesía nunca está al margen. De nada.
Esos objetos anómalos que se han observado en el cielo a través de la historia, además de ser fenómenos naturales “perfectamente explicables” o prototipos militares mantenidos en secreto, quién sabe si los Cristóbal Colón de otros mundos, ¿no podrían ser los ojos, los instrumentos que nosotros mismos hemos puesto desde el futuro para observarnos?
No me deja de fascinar la idea de que los arqueólogos del futuro, en vez de hacer excavaciones en la tierra, sean capaces de hacer excavaciones sobre esa dimensión que llamamos tiempo, y que esos objetos suspendidos en el cielo, que hemos convenido en denominar ovnis, no sean otra cosa que las lentes con las que nos observamos nosotros mismos.


Ricardo García Nieto