miércoles, 28 de julio de 2010

CIELO ROJO



Cuando el mediodía llega a la muñeca el crepúsculo está en el corazón. Cuando amanece en el corazón el ocaso llegó a la muñeca. La puesta de sol se confunde con el mar de la palma de la mano. A veces es un sol definitivo de venas abiertas. A veces es un sol cerrado al que se le toma el pulso con la yema de un dedo. La yema siempre es amarilla, dorada en la sartén, iluminada, como un limón o una manzana, en los ojos pobres que pasan hambre. Labios de sol caído en la muñeca, labios que nunca habrán de probar el menú del cielo.
¡Cuánta injusticia de semáforos en rojo!
El corazón se para. Cede el paso a la miseria.

Ricardo García Nieto.